Parques, jardines e infraestructuras verdes

Proyecto Cotorras Argentinas


Toma de contacto con el problema

La Unidad de Agentes de Medio Ambiente que ha desarrollado este trabajo, tuvo conocimiento de que la presencia de la especie cotorra argentina era percibida como un problema entre los ciudadanos, en el mes de noviembre de 2005. Fueron los vecinos del barrio del Arrabal, especialmente los usuarios del Parque Tío Jorge, quienes, alertados por el fuerte crecimiento en número y tamaño de grandes nidos sobre los árboles, reclamaron la intervención pública municipal.

Su iniciativa para dar solución al problema consistía en una contratación de servicios de cetrería. En ese momento, con la finalidad de garantizar la selectividad de cualquier método de control de fauna silvestre que se pretendiese ejecutar, y en aras a la protección del resto de avifauna autóctona, nos ofrecimos para atender la demanda ciudadana de control y/o eliminación de esta especie introducida.

Primeras gestiones a realizar

Para obtener información contactamos con el profesor D. Enrique Bucher, investigador de la Universidad de Córdoba (Argentina), y experto conocedor de la especie y de sus métodos de control. Como resultado nos remitió diversa información.

De forma paralela se llevaron a cabo consultas a otros servicios públicos cuya colaboración se precisará en el proceso.

  • Obtención de autorización administrativa de la autoridad competente para el manejo de una especie silvestre. En este caso el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA).
  • Conversaciones con el Servicio Municipal de Parques y Jardines, por ser éste quien gestiona el arbolado urbano, donde se asientan la práctica totalidad de los nidos, y por ser responsable del camión elevador de las empresas de mantenimiento de las zonas verdes en Zaragoza.
  • Conversaciones con el Cuerpo de Bomberos de Zaragoza para prever algunas colaboraciones para acceder a los nidos más altos.
Historia. Llegada a la ciudad

En la década de los años 80, coincidiendo con la importación de estos loros, comienzan a verse por Zaragoza y por otras ciudades españolas. El primer avistamiento datado con cierta certeza, se observa en el Club Deportivo El Soto, donde uno de los jardineros mantiene que en el año 1984 al menos una pareja se reprodujo con éxito.

Tan solo dos años más tarde, en 1986, ya hay presencia confirmada de estas aves en el Parque Tío Jorge.

Todas las teorías sobre el motivo de su presencia en los espacios públicos valoran que se trata de mascotas que se han escapado o han sido liberadas intencionadamente. A buen seguro ambas circunstancias concurrirían. Su estridente comportamiento domiciliario con continuas vocalizaciones, posibles riesgos sanitarios y otras circunstancias, dieron con el resultado que ya conocemos.

Esta información fue recabada hablando con tiendas especializadas que trabajaban la importación y venta de estos loros, con personal de mantenimiento de las zonas verdes, con usuarios habituales de parques y jardines urbanos, y con particulares poseedores de esta especie a modo de mascota.

Descripción de la especie


La cotorra argentina o cotorrita gris atiende al nombre científico de Myiopsitta monachus y pertenece a la familia Psittácidae. Respecto a su identificación, reproducimos el resultado de la ficha identificativa 258, que consta en el Atlas de Identificación de las Aves de Aragón, confeccionada en una colaboración con el naturalista aragonés Javier Blasco Zumeta en el parque Tío Jorge de Zaragoza.

No existe dimorfismo sexual entre los adultos, lo que dificulta la distinción del género. Un posible rasgo morfológico diferencial es que la mandíbula superior del macho es ligeramente más ancha, así como la cabeza algo más grande. El colorido en época de celo resulta algo más intenso en el caso de los machos. El método para identificar con exactitud el género sería la sexaje mediante técnicas de laboratorio (laparoscopia, ADN...)

Hábitat

Altamente gregaria y ya integrada en el paisaje urbano, esta especie ocupa ambientes humanizados como parques y jardines públicos, arboledas, paseos, urbanizaciones o centros deportivos, en los que nidifica sobre gran variedad de sustratos.

Al menos en Zaragoza se han detectado nidos en plátano (Platanus hispánica), acacia (Gleditsia triacanthos), chopo (Populus boleana), álamo (Populus alba), hiedra (Hedera), palmera (Phoenix canariensis), palmito (Chamaerops humilis), olmo (Ulmus sp.), eucalipto (Eucalyptus sp), olivo (Olea europaea), pino (Pinus sp.), ciprés (Cupresus sp.), cedro (Cedrus) y abeto (Abies sp.). Además se han detectado algunos nidos en estructuras metálicas (monumento tubular, torres de alumbrado y postes de telecabina). De todos ellos las palmeras, chopos, plátanos de sombra y pino carrasco son los más numerosos con diferencia.

La cotorra argentina es la única psitácida que construye nidos, a diferencia del resto de aves de esta familia, que utilizan oquedades de árboles o construcciones. El uso de estos nidos es permanente, ya que no solo los utiliza en época de cría como otras muchas aves, sino que precisa de ellos durante todo el año. Sin duda los rigores invernales de algunas zonas ocupadas se aguantan mejor dentro del refugio que les dispensan sus nidos.

Distribución y movimientos


Estamos ante una especie con enorme capacidad de expansión, siempre a partir de unos primeros núcleos urbanos colonizados. Los nidos se ubican generalmente en árboles de elevado porte, normalmente más de 6 metros de altura, con las bocas de los nidos orientadas hacía espacios abiertos. También utilizan como posaderos, árboles y arbustos de menor tamaño que vegetan alrededor de la colonia o nido.

Prefieren elegir lugares de nidificación donde los recursos alimenticios se encuentren próximos, así como espacios con agua disponible. En Zaragoza los cursos fluviales o con agua estancada han sido elegidos preferentemente para establecer las colonias.

En las zonas urbanas como la que nos ocupa, la presencia de árboles es continua, sea en alineaciones de calles o bien en parques urbanos. Quizá por esto no se ha detectado ocupación de árboles aislados en las zonas rústicas de la periferia de la ciudad.

Estos loros no son aves nómadas o migratorias, lo que sin duda favorece las posibilidades de control. Suelen habitar en el entorno donde han nacido y sólo la sobrecarga de la colonia o la escasez de recursos, determinará su migración a otros espacios. Las grandes ciudades ofrecen abundancia territorial y de recursos.

En la ciudad de Zaragoza la distribución de las colonias de cotorra argentina se extendía en el año 2006 a través de tres núcleos principales:

Zona Noroeste: En esta zona, desde su emplazamiento inicial en centros deportivos privados, la especie ha colonizado jardines de urbanizaciones, parques y otros centros deportivos públicos. Debido a su potencial reproductor y ante los apeos masivos de nidos, se han desplazado formando nuevos núcleos, tomando como eje el corredor verde que les ofrece el río Ebro.

Zona Noreste: Desde el Parque Tío Jorge, cuando la colonia ya alcanzó un tamaño importante, comenzó a colonizar otras arboledas o parques cercanos de menor entidad territorial, alcanzando también el río Ebro e introduciéndose en el casco antiguo a través del corredor del río Huerva. Desde esta zona alcanzó los grandes paseos arbolados de la ciudad. Paseos Constitución, Sagasta, Gran Vía, Pamplona, etc.

Zona Sur: La existencia de un pequeño núcleo en las inmediaciones de Canal Imperial de Aragón a la altura de la zona de Quinta Julieta-Colegio Santa Ana, propició su desplazamiento hacia el interior de la ciudad por el propio corredor del Canal Imperial, alcanzando el mayor parque de la ciudad José Antonio Labordeta, donde pasaron en poco tiempo de dos nidos a casi un centenar.

Desde estas tres grandes áreas iniciales, se han generado desplazamientos u ocupaciones coloniales a través de los grandes árboles sobre los citados paseos urbanos y los cursos de agua (Canal Imperial, río Ebro y río Huerva).

Los asentamientos en la periferia de la ciudad han sido más bien testimoniales, sin duda atribuibles al incesante control al que se ha sometido a la especie en el interior. Aún con ello consideramos que los desplazamientos fuera de la ciudad han favorecido la ocupación de pequeños núcleos, como es el caso de los barrios rurales de Garrapinillos, Monzalbarba o La Cartuja Baja, donde se han mantenido varios nidos estables durante estos años.

Hemos observado salidas fuera de la ciudad en grandes grupos durante los meses de enero y febrero. Señalar que el cultivo de maíz es abundante en la huerta de Zaragoza, cultivo que se cosecha de noviembre a enero, hasta que se quema el rastrojo en el mes de febrero, ofrece a las aves el maíz que queda en el suelo tras la cosecha. Es ahí donde las hemos observado.

La presencia de nidos de urraca (Pica pica) cercanos a una colonia, generará con mucha probabilidad la ocupación del mismo por las cotorras, lo que les ahorrará parte del trabajo. Algunas estructuras metálicas próximas también resultarán de interés, si bien al ser éstas objeto de un mayor mantenimiento por el hombre, esos nidos se han ido retirando. Nos referimos a torres de alumbrado en campos de fútbol o pilastras de la telecabina donde lo apoyan en rejillas planas. Los estables nidos de cigüeña blanca (Cicconia cicconia) sobre torres eléctricas también han sido objeto de ocupación y convivencia pacífica. El monumento al Tío Jorge de Ángel Orensanz ubicado en este parque, es otro ejemplo de sustrato no arbolado. En éste había hasta 42 cámaras de nidificación, algunas de las cuales eran ocupadas por grajilla (Corvus monedula), que protagonizaban cierta enemistad pero convivían en la nidificación sin muchas interferencias. Este monumento tuvo que ser retirado por el gran peso del entramado de ramas insertadas por las cotorras.

Comportamiento y organización social


Estamos ante un ave diurna de comportamiento altamente gregario, que vive su vida en un corto radio de acción del lugar donde nace, colonizando espacios cercanos y desplazándose en grupo para alimentarse. En ocasiones recorren distancias considerables, favorecidas por su morfología que las hace buenas voladoras (cuerpo estilizado, alas y cola largas). Su característica voz las hace fácilmente identificables, y por ello se les descubre. Al ser tremendamente sociables poseen un repertorio de sonidos diverso que utilizan para comunicarse en las diferentes situaciones a las que se exponen, tanto individualmente como en grupo. El estudio Reprinted from the Bird Behaviour, Vol 8, No. 2 July, 1990 de Mónica B. martella and Enrique H. Bucher refleja hasta 11 vocalizaciones diferenciadas.

Construyen nidos comunales entrelazando ramitas que pueden ser del propio árbol hospedador o de los más próximos. Presentan preferencia por arbustos y árboles de ramas flexibles (almez, olmo, acacia, plátano, etc.). Especialmente problemáticas para nuestro manejo del nido son las espinosas ramas de acacia y de otros arbustos de similares características. En la mayoría de los nidos, las cotorras no se alejan más de 500 metros para buscar materia prima con la que construirlos. Su estructura es de aspecto globular, lo que comienza siendo una pequeña oquedad que sirve para resguardarse, pronto se convertirá en una cámara interior que servirá de dormitorio comunal. Poco a poco el nido irá creciendo y se irán adosando nuevas cámaras a la ya existente. Resulta peculiar cómo la cámara de cría se caracteriza por una mayor protección, a modo de un singular cuello de cesta en forma de embudo, visible desde el suelo, y que garantiza una mayor protección de los pollos.

La intensidad en la construcción de nidos aumentará en la época de reproducción, si bien no es difícil observar durante todo el año el aporte de ramas. Cualquier intento por eliminar una colonia será respondido con su reconstrucción inmediata. No ocurre lo mismo con la retirada de nidos aislados, ya que con cierta frecuencia se consigue el objetivo de desplazar la pareja hacia una colonia u otro lugar. La eliminación sistemática de nidos, solo conseguirá excesivos cortes al árbol hospedador y daños a los árboles que sirven de materia prima para nuevas construcciones.

Suelen volar en parejas durante la época de reproducción, en bandadas cuando van a la búsqueda de alimento, y en familias compactas cuando salen los pollos hasta que se independizan. La tarea de reconstrucción del nido pueden hacerla en solitario.

No defienden el territorio donde se asienta la colonia, pero sí los nidos cuando los ven amenazados. Utilizan para ello vocalizaciones de alarma. No atacan al hombre en ninguno de los casos, aunque estemos eliminando un nido ocupado.

Reproducción


Aunque la cotorra argentina puede alcanzar la madurez sexual en el primer año de vida, no es hasta el segundo cuando comienza la función de reproducción, caracterizada por un comportamiento monógamo. Llegan a emparejarse de por vida desde su primer año de edad. Fuera de la época de reproducción, en los movimientos en bandadas, se reconocen mediante vocalizaciones.

Será durante el mes de marzo cuando las glándulas adaptadas para la reproducción se activen, de forma que se lleven a cabo los primeros escarceos amorosos. Es en esta época cuando se intensifica la actividad constructora de los nidales, especialmente en las bocas de las cámaras donde alojarán la puesta.

En Zaragoza, y atendiendo a la experiencia realizada, es a principios de abril cuando comienzan las puestas. Normalmente se completan con 6 u 8 huevos. En este sentido señalamos que la media calculada en más de un millar de controles ha arrojado el dato de de 6,7 huevos por puesta. Será a finales de abril cuando la mayoría de las puestas estarán completas. El nacimiento puede ser asincrónico, de forma que en ocasiones se puede encontrar pollos con visibles diferencias de tamaño. Las parejas más expertas dotan de mayor complejidad la boca del nido, de forma que algunas parecen artísticas bocas de cesto orientadas hacía el suelo.

Ya en el interior del nido se observa que el mantillo que recubre la zona de alojamiento de huevos suele ser básicamente de hojas del árbol hospedador, mezcladas con otras hierbas y sustratos vegetales debidamente desmenuzados. La incubación tendrá una duración aproximada de 24 días, de forma que pasado un mes de la puesta del primer huevo, la pollada ya se estará nacida.

Los pollos son cebados con frecuencia por los dos adultos. Abren los ojos aproximadamente entre los 8 ó 10 días de vida. Sobre los 28 - 30 días están lo suficientemente emplumados. Hacia la quinta semana, y con un peso aproximado de unos 100 gramos, iniciarán sus primeros ejercicios para el vuelo. Abandonan el nido alrededor de las seis semanas.

En el interior de las grandes ciudades, como es el caso que nos ocupa de Zaragoza, la baja incidencia por depredación natural, nos lleva a un éxito reproductor elevado. Encontramos sin dificultad nidos con 7 u 8 pollos listos para volar a partir de finales del mes de mayo. En ocasiones alguna cámara ha sido compartida por dos hembras con dos puestas y hasta 15 huevos de forma simultánea. No hemos constatado en Zaragoza segundas puestas de manera ordinaria, sin embargo, cuando hemos retirado de forma experimental una primera puesta, en ocasiónes hemos podido constatar una segunda puesta de reposición. A modo de ejemplo señalamos que el 28 de abril de 2015 retiramos 7 x 4 = 28 huevos en 4 nidos alojados en la palmera (TJ35). La revisión del 2 de junio en esos 4 nidos arrojó el dato de 4 nuevas puestas completas. Durante el mes de agosto no hemos observado puestas activas en Zaragoza. En septiembre y octubre no es difícil observar familias juntas regresando al atardecer al nido comunal. A partir de noviembre se integran en el grupo colonial.

Alimentación


La alimentación de esta especie es básicamente granívora. Come principalmente semillas diversas que encuentra tanto en espacios urbanos como en zonas periféricas, donde abundan cultivos y especies silvestres. Completa su dieta con flores, brotes tiernos y frutos diversos. Su gran adaptabilidad a todo tipo de alimento, en las distintas estaciones del año, es uno de sus principales aliados para su expansión.

En Zaragoza son los gálbulos de ciprés los más codiciados, junto con el fruto de la melia (Melia azedarach). Frutos de palmera, flores de olmo, flores de arbustos urbanos, rastrojos de maíz, flores en praderas de césped, etc., conforman el sustento suficiente para este pequeño loro.

Población estimada


En el año 2006, cuando se comenzaron los trabajos, se barajó una población de adultos de unos 600 ejemplares, con 400 parejas reproductoras en el año 2009, lo que consigue sacar una pollada de más de 2.500 pollos anuales. Estimamos que Zaragoza llegó a alcanzar una población adulta máxima de 1.500 ejemplares, que hubiera sido superior, teniendo en cuenta que ya se llevaba años trabajando sobre las puestas. La metodología empleada consiste en el conteo de individuos al atardecer en todas las colonias, a su entrada a los nidos-dormidero, apoyado en valoraciones en la fase de control de puestas.

Sin duda la intervención temprana desde el primer momento en que se tuvo conocimiento del problema (en el año 2006 se pincharon 200 huevos), y la coordinación con centros privados que realizaban retirada de nidos, permitió tener bajo un control relativo nuevos emplazamientos de colonias.

Consideración normativa


Especie recogida en el Apéndice II de la Convención CITES, por lo que consta como especie protegida en el apartado de especies que pueden llegar a estar amenazadas por un comercio sin control.

En Europa el Reglamento 338/97 del Consejo, de 9 de diciembre de 1996, relativo a la protección de especies de la fauna y flora silvestres mediante el control de su comercio (DO L 61 de 3.3.1997, p 1), la recoge en el Anexo B.

La IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) Red List 2000, no la incluye en ninguna de las categorías de riesgo.

El Grupo de aves exóticas de SEO/Birdlife G.A.E. SEO 2006, la incluye dentro de la categoría C: "especies que, habiendo sido introducidas o reintroducidas por el hombre deliberada o accidentalmente en la región, han establecido poblaciones reproductoras que se mantienen por si mismas sin necesidad de nuevas introducciones".

El Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto, por el que se regula el Catalogo Nacional de Especies Exóticas Invasoras, en desarrollo de extensa normativa europea y de la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad, incluye expresamente la especie cotorra argentina, por lo que cabe destacar que:

"Artículo 7. Efectos de la inclusión de una especie en el catálogo. 1. La inclusión de una especie en el catálogo, de acuerdo al artículo 61.3 de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, conlleva la prohibición genérica de su posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos, de sus restos o propágulos, incluyendo el comercio exterior..."

Actividad en relación con el medio


Con la vegetación urbana

La incidencia sobre la vegetación se evidencia por el empleo de árboles como sustrato de nidificación preferido. Las ramitas entrelazadas que utilizan como materia prima deben obtenerlas de arbustos y árboles del entorno, lo que propicia, en algunos casos observados en árboles jóvenes del año, una mutilación casi completa que llega a acabar con él. El incesante crecimiento en tamaño del nido es otro de los factores que pueden generar daños al árbol hospedador, ya que en ocasiones se rompe la rama completa. El exceso de peso propiciado por varios nidos en un mismo árbol, si tiene cierto grado de inclinación, podría también favorecer la caída del árbol entero.

Los trabajos de retirada de nidos a menudo precisan el corte de la rama completa, lo que propicia podas forzadas que van dejando al árbol descompensado y/o estéticamente alterado. Algunos árboles soportan más de 6 ó 7 nidos, cuyo volumen creciente llega a juntarlos a modo de nidos compuestos. Esta circunstancia se ha observado en Zaragoza en plátanos de sombra y pino carrasco.

Las hojas de las palmeras son utilizadas para dotar al nido del mantillo interior en las puestas, lo que genera que estas hojas se queden únicamente con el nervio central, con consecuencias al menos estéticas.

Con otras aves

Durante las tareas de gestión, en estos once años no hemos observado enfrentamientos directos con otras aves, salvo pequeñas peleas con urracas y grajillas por la ocupación de los nidos. En el caso de las urracas, es la cotorra argentina quien le roba el nido una vez abandonado, y en el caso de la grajilla son éstas quienes persiguen a las cotorras allí donde instalen una nueva colonia, para ocupar algunas de las cámaras de nidificación construidas por los loros. No es difícil ver un nido con varias cámaras utilizadas por grajillas y cotorras en armonía (cada especie en una cámara).

La ocupación de los nidos de cotorra por paloma bravía (Columba livia), paloma torcaz (Palumbus columbus), o tórtola turca (Streptopelia decaocto) también ha sido observada, si bien de forma muy escasa o casi testimonial, lo que permite suponer que ocupan de forma oportunista alguna cámara carente de interés para la colonia.

Las observaciones llevadas a cabo han constatado que las grajillas entran y salen con cierta fluidez de los nidos de cotorra, pero en ningún caso hemos observado que salgan con huevos, en lo que sería un comportamiento predatorio.

La ocupación de las paredes de los nidos de cigüeña común se salda con una tolerancia absoluta por parte de la cigüeña blanca. En este tipo de nidos, similares a los que construyen las cotorras en las palmeras, se observa la presencia como dormidero y nidificación de un elevado número de gorriones comunes (Passer domésticus).

La alimentación conjunta sobre las praderas de césped se torna pacífica entre diferentes especies. Estorninos (Turdus sp.), tórtolas turcas, palomas, y otras aves comparten el mismo espacio sin problemas.

La presencia de predadores alados no es significativa en el interior de la ciudad. Aunque el halcón peregrino se observa casi a diario en Zaragoza, no hemos observado ningún lance sobre las cotorras, en cambio a diario depredan sobre los bandos de estorninos a su entrada al atardecer a los dormideros urbanos.

En la ciudad no es difícil hallar restos de palomas u otras aves depredadas por felinos domésticos o por aves, si bien en pocas ocasiones hemos encontrado de cotorras.

Junto a la cotorra argentina hemos citado en Zaragoza varios ejemplares de cotorra de kramer (Psittacula krameri) y una aratinga de cabeza azul (Thectocercus acuticaudatus). Ninguna de estas especies ha conseguido adaptarse para su expansión en nuestra ciudad.

Una vez finalizado el control de los adultos de cotorra argentina en los parques urbanos, se ha observado una mayor presencia de pequeñas aves insectívoras, principalmente abubillas, gorriones, carboneros, herrerillos, pito real, etc.. Este dato lo han percibido algunos trabajadores de mantenimiento de estas zonas verdes.

Con el hombre

El principal riesgo que el hombre puede tener por la presencia de esta especie se deriva de los centenares de nidos de más de 50 kg. desplegados por toda la ciudad. Esta circunstancia obliga a la administración local a intervenir como competente y responsable de velar por la seguridad de sus ciudadanos en los entornos urbanos. Esto podría plantear algunas dudas sobre si la competencia autonómica sobre el control de las especies invasoras debe resolver el problema de los municipios, pero es evidente que en Zaragoza ha sido la administración local la que lo ha llevado a cabo con medios propios.

Desde los primeros años de control de la especie hemos percibido un cambio en el sentir de las personas hacia ellas. Inicialmente su aire simpático, colorido en tonos agradables, y su carácter exótico y diferente, despertaba simpatía en aquellos ciudadanos que las descubrían. El paso del tiempo y el creciente número de nidos e individuos hizo que fuera cambiando esa percepción, quizás también por la mayor información sobre el carácter invasor de la especie.

Durante los meses de desnudez de los árboles de hoja caduca, la percepción del problema se acrecienta, ya que los nidos se hacen más visibles en esa época invernal, eso genera numerosas llamadas y requerimientos de la población para su retirada.

En Zaragoza hemos registrado varios casos de caída de nidos, no siempre vinculados a circunstancias climatológicas adversas, y donde sólo el azar ha evitado daños a las personas. El riesgo de caída se acentúa en periodos de lluvia por el incremento del peso de la madera, y por supuesto en caso de nevadas, que a buen seguro causarían numerosas roturas de ramas de pino carrasco. También el viento fuerte incrementa el riesgo. Todo ello incidirá sobre otra variable incontrolable, como es el estado de la rama hospedadora respecto a su capacidad de resistencia.

Otro potencial riesgo para la población sería la transmisión de alguna enfermedad contagiosa, como es la psitacosis. Zaragoza, en el año 2008, mantuvo en cuarentena una tienda especializada en la venta de animales de un centro comercial por un brote de esta enfermedad.

Se ha observado en Zaragoza la relación entre la rata negra y común (Rattus rattus y Rattus norvegicus) y los nidos de cotorra argentina. Estos roedores aprovechan la oportunidad ofrecida por las cotorras para ocupar sus nidos. Ignoramos si llegan a expulsarlas, ya que las ratas suelen utilizar nidos previamente abandonados, donde insertan un buen colchón de acículas de pino principalmente. El aumento de nidos abandonados por la cotorra en los últimos dos años de control ha favorecido una mayor cantidad de roedores, al menos en algunas zonas y mayormente sobre pino carrasco. La presencia de acículas nos permitía intuir antes de manipular el nido la existencia de roedores. Es previsible que las ratas depreden sobre las puestas de cotorra.

Desarrollo del Plan de Control


Inventario de nidificación

Es al comienzo del año natural, ya entrado el invierno y con la defoliación de los árboles de hoja caduca casi completa, cuando podemos observar con suma facilidad la ubicación de los nidos de cotorra argentina. El tamaño singular y la presencia de ramitas cortadas bajo el árbol aseguran su identificación.

La obtención de datos en esta época del año no solo abarca el conteo de nidos, sino que pretende recabar abundantes datos complementarios que resultarán de utilidad para las acciones de control: tipo de sustrato hospedador, especie de árbol, ubicación dentro del árbol, altura aproximada del nido, número de bocas, posicionamiento GPS, accesibilidad, etc. Todo ello queda debidamente registrado en una base de datos. El posicionamiento se traslada a un espacio de gestión en la web municipal del ayuntamiento, donde cualquier ciudadano podrá consultar sobre un fondo de cartografía urbana u ortofoto, la ubicación de los soportes con nidos. Además la propia gestión en esta web nos permite marcar con un código de colores los soportes: con nido apeado (color rojo), intervenido (azul), y sin tocar (verde). Cada anualidad todos los nidos resultantes del censo se visualizan inicialmente en verde y la intervención en uno u otro sentido propicia el cambio de color hasta final de año. Cada uno de los soportes queda codificado, de forma que arrastra todos los datos que resulten necesarios.

El carácter colonial y gregario de la especie, facilita los trabajos del censo. Una vez registrado el primer censo, cada año resulta más sencillo, ya que sirve de guía el del año anterior. Este censo anual se lleva a cabo en aproximadamente una semana en el caso de Zaragoza.

Durante los trabajos de control de puestas, ya en primavera, se llevan a cabo pequeños ajustes que actualizan los datos del censo.

Intervención en los nidos

Una vez realizado el censo de principios de año, se lleva a cabo un primer análisis de la peligrosidad de algunos nidos. En especial atendemos a nidos grandes situados al final de las ramas y a su ubicación vertical sobre zonas sensibles (juegos de niños, paseos centrales de parques, aceras...). De esta manera retiramos cada año unos 40 nidos por motivos de seguridad. En Zaragoza este criterio se ha mantenido estable durante todo el periodo de control.

Durante la fase de control de puestas se lleva a cabo también la retirada o eliminación de algunos nidos no peligrosos, principalmente aquellos que se han instalado en solitario en nuevos emplazamientos. También se quitan algunos que causan molestias o alarma social.

Cuando se realiza una captura de adultos, resulta aconsejable reducir los nidos en esa zona. En esas circunstancias, resulta muy poco probable su reconstrucción.

En el caso de Zaragoza, al elevar la intensidad del control selectivo de adultos, especialmente en los años 2015 y 2016, hemos podido retirar la práctica totalidad de nidos durante la fase de control de puestas. A fecha de hoy tan solo se han dejado 19 nidos sin actividad sobre otros tantos soportes, ubicados estratégicamente en distintas zonas de la ciudad, y bajo condiciones de seguridad elevadas.

Intervención sobre las puestas

El censo actualizado de soportes, nidos y cámaras, y su traslado a los archivos informáticos pertinentes, permite afrontar el plan de intervención anual sobre las puestas con cierta facilidad y eficiencia. De forma previa, se han llevado a cabo visitas aleatorias de control, mediante las cuales confirmamos la ausencia de huevos en los nidos hasta llegado el mes de abril. Para estos trabajos precisamos únicamente un recurso elevador (camión con cesta) en una jornada de trabajo.

Durante los primeros años de control, el sistema por el que quedaba malogrado el embrión fue objeto de diversas pruebas, en aras a alcanzar una mayor eficiencia en el empleo de los recursos. El objetivo que se persigue con el sistema de intervenir sobre el huevo y dejarlo en el nido, es que la incubación continúe, sin llegar a eclosionar. Así evitamos una segunda puesta de reposición.

Se han llevado a cabo a lo largo de estos años diferentes pruebas de intervención sobre varios nidos previamente elegidos en distintas áreas: retirar la puesta y dejar un pollo, retirar toda la puesta, dejar toda la puesta para comprobar el éxito final reproductor y posible segunda puesta, etc.

Tras estas experiencias concluimos que el método sobre el que debíamos trabajar con las puestas era el del pinchado del embrión con una aguja, a poder ser cuando la puesta estuviese completa y la incubación estuviese en la semana previa al inicio de la eclosión. Con estos condicionantes la intervención debe ser intensa y realizarse en dos semanas si es posible. A partir de primeros de mayo, encontraremos pollos que van naciendo, cuyo control también resulta necesario. Existen variables no controlables que pueden alterar los objetivos, habitualmente por condiciones climatológicas adversas: la lluvia intensa o el viento superior a 40 km/h. hacen que los trabajos en altura resulten peligrosos.

Para llevar a cabo esta tarea se precisa un camión con cesta elevadora donde ascienden dos personas. En nuestro caso suben un empleado de la empresa concesionaria del mantenimiento de parques públicos, que ubica y maneja la cesta, y un agente de medio ambiente que manipula el interior del nido. Para ello ambos deben contar con equipos de protección individual y formación correspondiente en materia de prevención de riesgos laborales. Dado que la operación precisa meter el brazo hasta interiores de más de un metro de profundidad en algunos casos, resulta indispensable además de guantes, un manguito protector de brazo y gafas de protección. En estos casos, para poder llegar al fondo, tenemos que desmontar parte del nido y reducir el túnel de acceso a la cámara de cría.

Durante la intervención, los adultos de la colonia normalmente sobrevuelan la zona emitiendo continuas vocalizaciones.

Dado que la presencia de la especie no diferencia entre espacios públicos y privados, en el caso de Zaragoza hemos actuado sobre todos ellos. En las zonas privadas (centros deportivos, urbanizaciones, colegios...), se les ha requerido para intervenir retirando nidos en la primavera, de forma que, aunque la reconstrucción era un hecho, la retirada del nido con las puestas completas tenía un efecto importante en la reproducción.

Intervención sobre los adultos

Conscientes desde un primer momento de que el control de puestas podría resultar insuficiente para reducir ostensiblemente la presencia de esta especie invasora, hemos llevado a cabo de manera autodidacta la fabricación de artilugios que nos permitieran la captura de adultos.

Durante los años 2007, 2008 y 2009 se han capturado ejemplares mediante un sistema de jaulas trampa hexagonales, de las que se utilizan para córvidos. Su instalación debe tener en cuenta que no sea posible su manipulación por personas ajenas al control, que no estén a la vista del público en general y que se utilicen alimentos de querencia casi exclusiva de las cotorras, como las pipas. El control de la jaula debe ser diario, principalmente para liberar posibles capturas de especies no deseadas.

Conviene aprovechar los meses de invierno principalmente, cuando el alimento escasea en la ciudad. El cebado puede consistir en pipas, frutas o maíz, aunque éste último asegura la rápida entrada de palomas y tórtolas. El reclamo con un adulto en el interior de la jaula también resultó eficaz en un primer momento, debido al efecto llamada de sus vocalizaciones.

La experiencia más exitosa con este sistema la llevamos a cabo en el año 2009, en una colonia de doce nidos y una población estimada de unas 40 cotorras. Pusimos dos jaulas sobre techumbre plana de planta baja debajo de los nidos en una instalación deportiva cerrada al público que reunía todos los requisitos. Se capturaron 25 adultos. Este control consiguió un resultado en esa colonia de tan solo tres parejas reproductoras ese año.

Después de esta intervención inicial, y aunque se han instalado jaulas en otras colonias, este sistema ha resultado de baja efectividad. La conocida capacidad de aprendizaje de todos los loros podría ser una posible explicación, si pudieran llegar a relacionar las jaulas con un peligro que conviene rehusar a pesar del reclamo alimenticio.

Diversas pruebas de cebado con frutos de melia, esparcidos en zonas de campeo habituales (praderas de césped debajo nidos) para su captura posterior con red abatible de tierra, no dieron el resultado esperado, ya que no mostraban interés por el alimento ofrecido.

La baja altura de alguno de los nidos y la orientación de la boca de la cámara, nos llevó a confeccionar una pequeña red sujeta sobre un aro metálico, para izarla con una caña telescópica (tipo pesca). Su manejo manual nos ha permitido alcanzar hasta unos 8 metros de altura. La metodología de captura era la aproximación al nido una vez entrada la noche y el emboque en una de las bocas al azar. Mediante pequeños movimientos conseguíamos alertar a los inquilinos de la cámara si los había, los cuales en su huida quedaban atrapados en la red. Las vocalizaciones de alarma, si se capturaba alguno, alertaban a menudo al resto de la colonia, por lo que la intervención era de una efectividad limitada. En Zaragoza menos de un 10% de los nidos se podían abordar con este sistema. Los resultados fueron positivos en un pequeño complejo de 8 palmeras de baja altura, donde se capturaron unos 30 ejemplares con este método. En el resto de las zonas, el éxito de las capturas fue menor.

Durante la fase de control de puestas se han capturado manualmente algo más de una docena cada año de individuos sorprendidos en el interior del nido mientras incubaban.

Otros métodos analizados y propuestos siempre han sido desechados por la posible afección a otras especies, ya que garantizar la selectividad de intervención sobre la cotorra argentina ha sido un objetivo irrenunciable.

En el año 2014 se propuso realizar pruebas sobre el control selectivo de adultos mediante el empleo de un arma de 4ª categoría, conscientes por un lado de ser un método fácilmente selectivo y de bajo coste, pero con una posible repercusión social que debía ser gestionada adecuadamente.

Señalar que el empleo de un arma de 4ª categoría mantiene su regulación normativa en el vigente Reglamento de Armas (RD 137/1993), de ámbito nacional, siendo los Ayuntamientos los competentes para expedir los documentos de legalización y control (Tarjeta de Armas).

El método resultaría autorizable previa solicitud al departamento correspondiente del Gobierno de Aragón en materia de gestión de fauna, en este caso el INAGA. El análisis técnico fue valorado por el Área de Biodiversidad del instituto gestor, al considerar que estábamos ante una acción de gestión en favor del mantenimiento de la biodiversidad autóctona.

Con la finalidad de elevar al máximo grado la seguridad, por tratarse de ámbitos urbanos y periurbanos, se estableció un procedimiento de trabajo exhaustivo, asignando el uso de una única arma, a tan solo tres agentes con experiencia. Se fijaron una serie de parámetros (horarios de baja presencia ciudadana, ausencia de niños, técnica de tiro en vertical, etc.), que debían ser observados en todo momento. La acción de control se desarrolló siempre por dos agentes de medio ambiente. Aunque se trata de un arma sencilla de perdigones, el calibre utilizado (en nuestro caso 5,5 mm.), debe perseguir la máxima eficacia.

Sin duda éste ha sido el método más eficiente y de menor coste, que ha permitido el control deseado en cada colonia, y ha posibilitado la eliminación posterior de los nidos con garantías de no ser reconstruidos. Este sistema evita los arriesgados trabajos en altura, así como la reiterada eliminación de pollos nacidos en la fase de control de puestas.

Conclusiones


La intervención de la Agencia de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza, a través de la Unidad de Agentes de Medio Ambiente, ha gestionado y ejecutado de forma directa la totalidad de los trabajos de control de la especie exótica invasora conocida como cotorra argentina.

A nuestro juicio, el control total o parcial de esta especie es posible sin excesivos recursos económicos.

Desde el mes de junio de 2016, tan solo permanecen en el municipio de Zaragoza una estimación de menos de 20 individuos adultos. Para mantenerlos bajo control se han dejado un total de 19 nidos en otros tantos soportes que permitan las acciones de control que se precisen.

Se han utilizado recursos ajenos a esta Unidad como colaboraciones de otros servicios municipales (Parques y Jardines y Cuerpo de Bomberos).

Resulta obvio que el éxito de estas intervenciones de carácter local solo perdurará si se trabaja en paralelo en todos los municipios afectados. Para ello se precisa una mayor intervención de la administración autonómica, especialmente en los pequeños municipios con escasez de recursos propios.

Presentación de resultados totales