El “Privilegio de los veinte”, comienzo del municipio zaragozano.

Un 5 de febrero de 1129, Alfonso I otorga este privilegio a la ciudad de Zaragoza.


Alfonso I, rey de Aragón, concede fueros a los habitantes de Zaragoza para fomentar su repoblación (el provecho de leña, utilizar tierra para pastos, etc.) y encarga a veinte hombres buenos, elegidos por los pobladores, la observancia de los mismos.

También se le conoce como "privilegio del daño" o tortum per tortum, porque autoriza a los pobladores de Zaragoza para que si alguien les inflige un agravio puedan castigarle sin esperar otra justicia.

El privilegio llega hasta época moderna, asociado a situaciones dramáticas de la ciudad.

El AMZ conserva este privilegio en su serie diplomática, con signatura R-2.