Agua

¿Por qué?


Consumir agua del grifo tiene un beneficio económico, ambiental y sanitario.

Un derecho básico a un precio justo

El coste medio de 1.000 litros de agua de grifo está entre 0,5 y 1 euro, que es aproximadamente lo mismo que cuesta 1 litro de agua envasada en un supermercado. En el año 2010, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció el acceso al agua potable y al saneamiento como un derecho humano y fundamentó este derecho en varios elementos clave: (1) El coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos de la unidad familiar; (2) La fuente de agua debe estar a menos de 1.000 metros de distancia del hogar; (3) Se precisan entre 50 y 100 litros por persona al día para satisfacer las necesidades humanas más básicas. En España, todos estos elementos clave son de sobra satisfechos. A pesar de ser uno de los países con mayor escasez en recursos hídricos de Europa, la incidencia de la factura del agua en el presupuesto familiar es, de media, del 0,9%, muy por debajo del 3% marcado por la ONU como cifra límite de asequibilidad del Derecho Humano al Agua. El precio medio en España es de 1,66 €/m3 frente a los 3,50 €/m3 de París o los 5,50 €/m3 de Copenhague. Entrando en más detalles sobre el precio del agua en Zaragoza, el coste medio de 1.000 litros de agua de grifo está entre 0,5 y 1 euro, dependiendo del volumen de consumo, que es aproximadamente lo mismo que cuesta 1 litro de agua envasada en un supermercado. Además, se debe resaltar que el 90% del costo del agua embotellada se debe al envase y su proceso, y no a la calidad del agua. En resumen, el agua debe ser considerada como un derecho básico al que todo el mundo pueda acceder y a un precio justo.

La opción medioambiental más sostenible

El impacto medioambiental del agua embotellada tiene dos vertientes, por una lado está la cantidad de residuos plásticos que genera, y por el otro el coste energético, hídrico y de materias primas que tiene la fabricación de los envases, empaquetado y su transporte. (En el centro del océano Pacífico Norte hay una zona de acumulación de desechos plásticos con una extensión similar a la de Francia.) Según un estudio reciente llevado a cabo por el diario ‘The Guardian’, cada segundo se producen en el mundo 20.000 botellas de plástico. Sólo el 20% de estas botellas se recicla, mientras que el resto simplemente acaban en vertederos o finalmente en mares y océanos. Se calcula que entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico acaban anualmente en el mar, dando lugar a fenómenos como la llamada “Isla de basura”, una zona de desechos marinos situada en el centro del océano Pacífico Norte con una extensión similar a la de Francia. Estos residuos tienen un impacto muy negativo en la vida marina. Debido a que los plásticos son materiales de gran durabilidad (1 botella de plástico PET necesita 700 años para comenzar a descomponerse) en el medio marino por acción de la luz solar, el viento y el oleaje, llegan a fragmentarse hasta llegar a pequeñas piezas inferiores a 5 mm (microplásticos) o incluso microscópicas (nanoplásticos) llegando a la cadena alimentaria, lo que las Naciones Unidas ha denominado como una “bomba tóxica”. Un trabajo llevado a cabo por un grupo de expertos de la Universidad de Gante alerta de que las personas que comen pescado y marisco de manera frecuente pueden llegar a ingerir anualmente hasta 11.000 pequeñas piezas de plástico. Algunos de los compuestos presentes en las botellas de plástico PET como el antimonio, el bisfenol A o los ftalatos (todos ellos perjudiciales para la salud) pueden migrar al alimento y ocasionar depresión, obesidad, diabetes o cáncer. Respecto al coste energético y de materias primas para la producción de envases y empaquetados, los datos hablan por sí solos. Según datos aportados por Greenpeace, se necesitan casi 91 millones de litros de petróleo para producir 1.000 millones de botellas plásticas; más del 4% de la producción de petróleo en el mundo se usa para la producción de plástico; además, para el proceso de empaquetado de las botellas de agua se consumen 3 litros de agua. A estos costes además hay que sumar los relativos al transporte por carretera o incluso por avión desde los puntos de envasado hasta los distintos supermercados y lugares de venta.

Calidad y salud


La calidad del agua del grifo en Zaragoza, cuenta con estándares químicos y organolépticos de primer orden, esto lleva a desmentir falsos mitos que se han creado en torno a ella, sobre todo con el tema de la salud. El RD 140/2003 que establece los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano en España, exige controlar hasta 53 parámetros en el agua del grifo. Las aguas embotelladas tan sólo exponen entre 5 y 8 en su etiqueta y sin ofrecer un valor de referencia. En España el agua del grifo está extremadamente protegida desde el punto de vista legal y sanitario. Es uno de los productos alimentarios más controlado, sujeta por imperativo legal a un triple control independiente: Sanitario, por parte del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; Técnico y Económico, a cargo de los ayuntamientos; Autocontrol, avalado por las diferentes normas de calidad que se aplica el gestor del servicio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que, en las concentraciones establecidas por la legislación vigente (RD 140/2003 de 7 de febrero), el cloro es totalmente inofensivo para la salud y considera la cloración del agua uno de los avances más importantes en la protección de la salud pública ya que debido a su alto poder oxidante es responsable de la destrucción de bacterias y otros microorganismos. Desmintiendo falsos mitos que se han creado sobre todo con la relación de la dureza del agua de Zaragoza y la aparición de las llamadas “piedras en el riñón”. La OMS en su informe sobre la calidad del agua potable y la dureza, considera la ingesta de Ca y Mg esenciales para la salud, y asocia directamente su consumo con el menor riesgo de sufrir osteoporosis, hipertensión y cardiopatías, entre otras patologías.