11 febrero 2020

Juan Luis Martínez: "La Sala Mozart ha sido y es mi casa"


Inauguramos una nueva sección de Zaragoza Cultura, ‘¿Quién anda ahí?’ en la que hablaremos con artistas, músicos, profesionales de la cultura y personas relacionadas con el sector para que nuestra comunidad #ZGZesCultura conozca su trabajo de una forma más cercana y en profundidad.

En esta ocasión, hemos hablado con Juan Luis Martínez, director de orquesta que se pone al frente de la Sinfónica Ciudad de Zaragoza este domingo 16 de febrero y el lunes 17 de febrero en Auditorio de Zaragoza, junto a Javier Perianes al piano. 
 
En primer lugar, 'Perianes interpreta a Brahms' dentro del Ciclo de Introducción a la Música en domingo 16 a las 11:30h. Y además abre el Ciclo de Grandes Solistas 'Pilar Bayona' el lunes 17 de febrero. Así que hemos querido que José Luis nos cuente muy de cerca los detalles de los conciertos. ¡Presta atención! 
 
Zaragoza Cultura. Una vez más, se pone en sus manos la Orquesta Sinfónica Ciudad de Zaragoza (OSZC), formación residente del Auditorio de Zaragoza. ¿Qué supone para usted este nuevo proyecto donde participarán jóvenes músicos de la tierra?
 
Juan Luis Martínez. Cada nuevo proyecto es un reto renovado. En el caso de la OSZC todavía más, ya que la orquesta asume con valentía retos originales y audaces, intentando escapar del "bombo y platillo" fácil. Esto supone grandes dosis de coraje y de energía, y serían similares con independencia de la juventud de la orquesta debido a la dificultad intrínseca. 
 
En este caso, podemos afirmar que este proyecto entra de lleno en una línea no conformista, ya que se ha evitado el programa típico obertura-concierto-sinfonía. Igualmente y, sobre todo, ¡se apuesta por un estreno para la ocasión ('Cinco momentos de Medea')! Lo que supone como -ya he mencionado- una aventura arriesgada que debería ser de obligado cumplimiento para toda iniciativa que se precie y que, desgraciadamente, se da con muy poca frecuencia.
 
Z.C. En estos dos conciertos que ofrece, dentro de los dos Ciclos más representativos del Auditorio, podremos escuchar junto a usted al pianista onubense Javier Perianes interpretando el Concierto para piano n.º 2 en Si bemol, Op. 83  de J. Brahms ¿Qué implica esta participación conjunta? ¿Cuál es su mayor reto?
 
J.L.M. En primer lugar, bajo el punto de vista personal supone una gran responsabilidad y alegría el acompañar a Javier Perianes, al que considero el concierto para piano y orquesta más importante del s. XIX, crisol a la vez de la música orquestal y pianística.
Se ha escrito muchas veces a propósito de esta obra que más que un concierto para piano y orquesta es una gran sinfonía con solista de piano. Ese equilibrio entre los dos mundos es lo que más me preocupa, pero sobre todo el hecho de que no se note el esfuerzo en conseguir este equilibrio: la música, incluso una tan compleja como ésta, debe fluir. 
 
Contar con Perianes para esta aventura es contar con el mejor solista-copartícipe. Su trayectoria y calidad a nivel internacional lo facultan como el pianista perfecto para esta obra.
 
 
Z.C. Tiene una gran trayectoria en el mundo de la música y ha visitado numerosos auditorios de todo el mundo, ¿cómo es dirigir en la Sala Mozart y qué la diferencia con el resto de templos de la música clásica?
 
J.L.M. Aquí no puedo ser objetivo, por tanto ni siquiera voy a intentarlo: la Sala Mozart ha sido y es mi casa, resulta además que para mí, mi casa es uno de los auditorios más perfectos del mundo. Y lo digo sin ningún tipo de disimulo, además siendo consciente de que tenemos a veces la tendencia de denostar lo que es nuestro. 
 
He atesorado gran número de vivencias importantes e intensas en esta sala y con su público. Cuando salgo a hacer música en ella se produce en mi interior una mezcla rara y potentísima de felicidad, humildad (siempre necesaria para hacer música, a pesar de lo que piensen algunos en este ¿tonto" mundo moderno), orgullo, fuerza y determinación que sólo siento de una forma especial aquí. Mi vinculación especial con la Sala Mozart estará activa mientras viva, aunque pase a veces tiempo sin volver a ella.
 
Z.C. ¿Qué nos puede avanzar de la interpretación de la obra 'Cinco momentos de Medea'  de Jesús Torres, estreno absoluto y encargado en exclusiva para el 25 aniversario del Auditorio de Zaragoza?
 
J.L.M. La obra de Jesús Torres está basada en textos de Fermín Cabal, adaptaciones de los grandes clásicos dramáticos griegos (en especial de Eurípides). Cinco momentos de Medea¿ nos trae un texto que de repente cobra inusitada actualidad ante la reivindicación ¿ya vemos que milenaria- del mundo femenino. 
 
Sin embargo, no se trata de una aportación de este tema de carácter oportunista por la situación actual, en especial por dos razones. La primera es que este texto nos demuestra que la cuestión está presente desde hace miles de años. Y, la segunda es que Jesús Torres comenzó a componer sobre Medea hace años y ha sido con el encargo para esta ocasión cuando le ha dado por fin forma y cuerpo a una idea presente antes de que su opción pudiese ser tachada de "oportunista".
 
El planteamiento de Torres es admirable por su lenguaje, que consigue ser actual y evocador a la vez de la antigüedad clásica. La obra es sincrética de una forma brillante y poderosa, ya que aúna esos citados mundos y también muchas ideas y procedimientos de tendencias estéticas de la composición musical. Sin querer entrar demasiado en aspectos técnicos, aún a riesgo de simplificar, se podría decir que la obra es en buena medida tonal, pero tremendamente actual, y esto es sólo un ejemplo de ese admirable sincretismo que he mencionado. 
 
Podríamos extendernos en la enorme profusión de recursos con referentes que se apoyan en el teatro clásico, en el recitativo, en la música de todas las épocas... Esto excedería las dimensiones de una entrevista como esta, sólo decir que el mensaje se ve catapultado hacia el oyente con una fuerza expresiva original y subyugante.
 
Z.C. ¿Y qué destacaría de la interpretación que van a hacer de del Concierto para piano n.º 2 en Si bemol, Op. 83 de J. Brahms?
 
J.L.M. Realmente, lo que más me preocupa es conseguir un equilibrio entre la gran tradición sinfónica alemana, con el peso sonoro que requiere, y la transparencia, rotundidad y claridad expositiva que benefician el discurso de una obra tan compleja. 
 
A la vez hay que armonizar esto con la convivencia con una parte solista maravillosa en colores, recursos y discurso. Creo que esta obra es la típica música que no deslumbra al principio al público más natural, pero que gana el corazón de quien persevera en ella de forma implacable. Mi idea y mi forma de hacer tiene mucho que ver con la posibilidad de que el primer impacto sea ya indeleble para quien conoce esta música por primera vez, por las cualidades ya mencionadas de claridad y fluidez. Estoy seguro que el piano detallado, sutil y lleno de matices de Perianes va a encajar a la perfección con esta idea.
 
 
Z.C. Tantos años en nuestra ciudad dirigiendo diferentes formaciones, ¿con qué momento se queda como "inolvidable" en el Auditorio de Zaragoza? ¿Tiene alguna anécdota que contarnos que haya vivido aquí? 
 
J.L.M. Esta pregunta es muy difícil de responder. Quisiera en este punto tener un recuerdo para el Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA) ya que, además de la Orquesta Sinfónica Ciudad de Zaragoza (a la cual agradezco también los estimulantes proyectos realizados) ha sido la institución que a partir de un momento luchó por la excelencia artística, consiguiendo generar el caldo de cultivo que puso en mis manos la posibilidad de construir una orquesta de una calidad envidiable prácticamente difícil de alcanzar. 
 
Afortunadamente tenemos muchas grabaciones en las consabidas plataformas en la red para constatarlo de forma objetiva. La construcción y puesta en marcha de aquella agrupación lleva emparejados tantos momentos maravillosos que no encuentro fácil el poder destacar algunos sobre otros. La energía de hacer tocar (y  cantar) juntos a artistas jóvenes de gran calidad y encauzar de forma eficiente y artística toda esa energía es ya en sí una experiencia cartárquica. Y catarsis tras catarsis es casi imposible decidir por la que fue más intensa o inolvidable.
 
Quizá se trate de una limitación mía, pero si fuerzo el recuerdo puedo rememorar una milagrosa Carmen en la que -por limitaciones del espacio- muchas cosas ocurrían no delante de mí sino a mis espaldas, teniendo que gestionar, de forma bastante audaz, todo este mundo escénico que giraba alrededor. He de decirlo, con éxito gracias a la prestación de una orquesta maravillosa que tuve el placer de ensamblar y hacer sonar, con la energía y el trabajo de unos maravillosos jóvenes músicos. 
 
Traviata, Bohème, Trovatore... fueron proyectos maravillosos. En lo sinfónico han sido tantas producciones que no sabría destacar unas por encima de otras. Quizá porque supuso un gran esfuerzo colectivo, de un gran equipo, recuerdo un inolvidable programa con la 10ª Sinfonía de Mahler y la 12 de Shostakovich. Pero insisto, es muy difícil destacar sobre otros eventos artísticos cuando nacen de una energía tan poderosa y singular como la de tener tocando y estar dirigiendo esas agrupaciones de excelentes jóvenes músicos.