09 noviembre 2015

Crónica musical: Tachenko


Por: Javier Losilla (El Periódico de Aragón)

 Algunas razones para amar a Tachenko: sin ruido, pero sin pausa, ha logrado fraguar un sonido propio y una carrera que le sitúa en los puestos de cabeza del pop español; escribe, sin complejos estilísticos, canciones espléndidas de un alto contenido emocional, pero alejadas de cualquier atisbo de pedantería; cuando presenta disco nuevo la hace de verdad, abordando todas o casi todas las canciones que contiene, y no hace como que cumple interpretando tres o cuatro piezas; cada día sus directos son más intensos y atrapan sin contemplaciones.

El sábado, Sergio Vinadé, guitarra y voz; Sebas Puente, guitarra y voz; Alfonso Luna, batería; David García Libi, bajo, y Rafa Domínguez, teclados y guitarra (la formación de Tachenko actualmente) congregaron en las Armas a un buen número de espectadores (más que en la presentación de su disco anterior en la sala López) para ofrecer en directo El comportamiento privado, su nueva apuesta discográfica que rezuma sabor sesentero con especias de psicodelia, y que indirectamente es todo un homenaje a algunas de las grandes bandas españolas de esa época; también hay destellos de hallazgos posteriores, pero ya hemos convenido que es ocioso intentar meter a Tachenko en taxonomías muy cerradas.

Sin dar mucho respiro armó la primera parte del concierto con las diez canciones que componen El comportamiento privado; no en el orden del disco, pero sí todas juntas, sin despistes. Con un inicio arrollador fraguado con las cinco primeras piezas: Festivales de la fe, No tenemos nombre, Estilo internacional, Mentes maravillosas y Fuego. Luego, con las cinco siguientes (Otras vidas, Declaración universal, Midas, Las claves y Más madera) atemperó la caña pero sin bajar la intensidad. A partir de aquí, un paseíto por álbumes anteriores para completar la velada: El coche real, de Nieves y rescates; Hacia el huracán, de Esta vida pide otra; Mi amor y las mayorías, de El amor y las mayorías; La resistencia, de Os reís porque sois jóvenes; Amable, de Nieves y recates; Levántate, esa composición que haciendo honor a su título levanta todo lo susceptible de ser levantado, y Suerte y relámpago, de El amor y las mayorías, y Escapatoria, de Os reís porque sois jóvenes.

Un puñado de canciones vibrantes, colocadas con tino (la elaboración del setlist es otra de las habilidades de Tachenko), e interpretadas con tanto corazón como sentido. Tírame a un volcán, de Os reís porque sois jóvenes, y ese singular e irónico himno titulado Dame una pista, dieron forma a los bises del adiós. No está nada mal: 20 canciones y un grupo arrollador que transforma con pasión lo privado en materia colectiva de sueños.