La brisa

Memoria, Leyendas y Tradiciones
Autor/es
(Escultor)
Nacido en la Zaragoza de principios de siglo, el uno de septiembre de 1904, Armando Ruiz inició su formación entre 1919 y 1924 en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza. Desde 1925 a 1928 se dedicó al estudio e investigación de la anatomía humana en las clases que impartía el escultor Martín Miguel en la Facultad de Medicina. La imposibilidad de cursar en Zaragoza estudios superiores le llevó a trasladarse en 1928 a la Escuela de Bellas Artes de la Lonja de Barcelona, en la que permaneció durante cinco años. Tras la contienda civil, se asentó en Zaragoza y en 1942 contrajo matrimonio con la pintora y poetisa Marian Arcal. Participó desde su creación en 1943 en varios Salones de Artistas Aragoneses, así como en otras exposiciones locales, siendo reconocida su obra con diversos galardones y elogiosas críticas. Sin embargo, en 1951 decidió trasladarse a Madrid con su esposa, tras sentirse profundamente decepcionado con el alcance de los encargos y con los resultados económicos de su trabajo. Allí permaneció durante veintisiete años, sin perder, no obstante, las relaciones con su tierra natal. En 1978 regresaron a Zaragoza y aquí siguió dedicándose a la creación con absoluta entrega y vocación, hasta su fallecimiento el 17 de marzo de 1991.
Emplazamiento
Chaflán del último piso del edificio C/ Zumalacárregui, nº 4, esquina con C/ Gil de Jasa.
Periodo
[1937-1975] Periodo Franquista
Materiales
Piedra artificial en color blanco
Dimensiones
300 cm de altura x 90 cm de anchura máxima x 50 cm de profundidad aproximadamente
Cronología

Boceto realizado en 1945; escultura definitiva realizada e instalada en 1946.

Promotor

Se supone que fue encargada por el promotor de la vivienda donde se ubica, el aparejador de obras Jesús Gascón Campos.

Propietario
Comunidad de propietarios de C/ Zumalacárregui, nº 4

En este caso se trata de una representación alegórica de la brisa, un viento suave que aquí aparece materializado mediante una figura femenina de formas macizas, ubicada en lo alto de un edificio, donde, haciendo honor a su nombre, aparece batida por una ligera brisa. Situada en pie, con la cabeza al frente y los brazos abiertos, se encuentra ataviada con una túnica que recuerda de cerca al peplo griego. La vestimenta, bajo los efectos del suave viento, se ajusta al cuerpo de la mujer revelando una sensual anatomía con una técnica muy similar a los paños mojados de la antigua Grecia.

La brisa corona el chaflán de un bloque de casas ubicadas en el ángulo formado entre las calles de Zumalacárregui y Gil de Jasa de la ciudad de Zaragoza. Este conjunto de viviendas fueron promovidas por el aparejador de obras Jesús Gascón Campos, según planos del arquitecto Marcelo Carqué, visados por el Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón y Rioja el 23 de septiembre de 1944. En el expediente que custodia el Archivo Municipal de Zaragoza (Fomento, Caja 3399, expediente 3595/1944), Jesús Gascón solicita licencia para construir estos edificios con fecha de 19 de octubre de 1944, aunque las obras debían estar ya bastante avanzadas, ya que el 21 de noviembre de 1944 varios vecinos de las calles de Cervantes. Gil de Jasa y Zumalacárregui denuncian porque afecta a sus viviendas en la falta de sol y de luz "la excesiva elevación dadas a las casas gemelas, que se están terminando de construir en los nºs. 4 y 6 de la calle de Zumalacárregui de esta ciudad y cuyo constuctor es D. Jesús Gascón." La escultura de Armando Ruiz no estaba contemplada en el proyecto original del arquitecto de 1944, por lo que al parecer fue encargada al artista al año siguiente, 1945, y realizada en 1946.

La brisa es la única pieza de carácter monumental, y ejecutada en material definitivo, que Armando Ruiz logró integrar en un edificio. Algo sumamente doloroso para un escultor que en 1947, desde el atril del Ateneo, en una conferencia bajo el título Factores de destrucción de la Escultura y Arquitectura, que tuvo una honda repercusión en la prensa, lanzaba un grito amargo para denunciar el peligro inminente de muerte en que se hallaba la escultura del momento. En su opinión, había pasado de ser una actividad de gran consumo a convertirse en una disciplina de cultivo individual, personal y anárquico, que la había conducido a la sentencia capital. Mucho tenía que ver en ello la arquitectura moderna (desde los planteamientos racionalistas), cuyos edificios, como grandes cajones, como prominentes barcos, habían eliminado por cuestiones económicas todo elemento exhortativo que recordara la escultura, cuando ambas artes -en su opinión- debían ir como antaño íntimamente unidas y hermanadas.


Desde el punto de vista estético, la obra escultórica de Armando Ruiz posee, como él siempre deseó, una personalidad y un estilo artístico propio. El realismo inicial, fruto de su encuentro con los clásicos, evolucionó hacia un expresionismo, obtenido mediante una acentuación de los ángulos faciales y un tratamiento del pelo muy sintético, acorde con las modas, que se vio proyectado en uno de sus géneros preferidos: el retrato. En los grupos se detecta en un principio una tendencia modernista, que también trasciende en un acusado expresionismo. Los cuerpos, desnudos, emergen de una roca o de un tronco de árbol, y adoptan actitudes tensas, dramáticas o sensuales, mostrando una musculatura irreal. Una obra que consta de unos ciento cuarenta bustos-retrato y más de un centenar de grupos, figuras y relieves ejecutada en terracota, bronce o materiales efímeros, que bebe de las fuentes del clasicismo más renovador cultivado por Rodin, Julio Antonio, Maillol o Clará, destilando sensibilidad y vigor expresivo, y que sitúa a Armando Ruiz entre los mejores cultivadores de la escultura en Aragón.

El ejemplo aquí comentado es una representación alegórica de la brisa en forma de figura femenina, ubicada en el último piso del chaflán de la vivienda de Zumalacárregui, número 4, donde que se acomoda e integra a la perfección. Representada en pie, con la cabeza al frente y los brazos abiertos, la vemos definida en un clasicismo correcto, ataviada con una túnica a la manera de peplo griego, de suave tejido y ceñida en la cintura, la cual, bajo los efectos de la suave brisa que la invade, se ajusta al cuerpo de la mujer revelando una sensual anatomía con una técnica similar a los paños mojados de la antigua Grecia. Salvando las lógicas distancias, nos recuerda a la Victoria de Samotracia que, ubicada en lo alto de la proa de un navío y envuelta en un fino chiton azotado por el viento y el agua, exhibe una bella anatomía envuelta en los paños mojados más famosos de la Historia del Arte.

Respondiendo a ese deseo permanente del escultor de integrar la escultura en la arquitectura, La brisa fue diseñada por Armando Ruiz en 1945 y realizada e instalada en 1946. Sin lugar a dudas, constituye la pieza de obra pública y monumental más importante realizada por el artista, ya que fue ejecutada en un material perdurable, la piedra artificial, y unas proporciones considerables, unos tres metros de altura, que permiten su visualización actual en un magnífico estado de conservación y una modernidad indiscutible.

Clave Iconografía Clave Materiales Clave Temática
Alegoría Mujeres
Piedra
Memoria, Leyendas y Tradiciones
Autor de la Ficha
María Isabel SEPÚLVEDA SAURAS
Bibliografía
  • ARCAL, Marian; DOMÍNGUEZ LASIERRA, Juan; ORDOÑEZ FERNÁNDEZ, Rafael; DEL VAL, Luis (textos): Armando Ruiz, Exposición retrospectiva, Catálogo de la Exposición celebrada en Zaragoza, del 18 de marzo al 30 de abril de 1994, Zaragoza, Museo e Instituto de Humanidades "Camón Aznar", Obra Social de Ibercaja, 1994, p. 17.
  • ORDÓÑEZ FERNÁNDEZ, Rafael; CASTRO, Antón; DOMÍNGUEZ LASIERRA, Juan (textos): Armando Ruiz (1904-1991), Antológica, Catálogo de la Exposición celebrada en Huesca del 7 de septiembre al 1º de octubre de 2000, Zaragoza, Ibercaja, Gobierno de Aragón y Diputación de Huesca, 2000, pp. 11, 24 y 63.