Lo nuevo que suena en Zaragoza


Es difícil cansarse de escuchar a Shakira, aún más si se lanza a cantar de la mano de Bizarrap y a lanzar indirectas claramente muy directas. Pero puede que ya lo hayas hecho y que estés harto/a de canciones e intérpretes que, cuando triunfan, aparecen hasta en la sopa.

Lo cierto es que hay grupos pequeños trabajando duro para poder vivir de la música y a veces se ven perjudicados por las tendencias más mainstream. En Aragón hay muchos y, en Zaragoza, también. Aquí te proponemos tres opciones, tres estilos y géneros muy diferentes pero con mucho más de lo que creen en común. La música, al fin y al cabo, es su motor, y lo nuevo, su propuesta.

Luna de Marte

Amigos de amigos y música como terapia. Fue eso lo que unió primero a Lady Raquel (voz, guitarra acústica) y Jorge Roy (guitarra) y, más tarde, a Edu Pérez (teclado), Samuel Esteban (guitarra), Edu Benavente (bajo) y Laura Martínez (batería). Esa unión que comenzó a principios de 2021 poco a poco a tomó forma y pronto se convirtió en Luna de Marte.

"Marte, el dios de la guerra, tuvo dos hijos gemelos, Fuga y Timor. El primero encarnaba las emociones negativas previas a esa guerra, como el miedo, mientras que el segundo representaba las que venían después: la pérdida, el dolor, la melancolía…", cuenta Lady Raquel. Para ellos, Marte son todas "esas cosas con las que nos cuesta lidiar en la vida". Por eso, inspirados en la mitología, se dieron cuenta de que "aunque esas emociones cambiantes siempre estén ahí, las lunas no se detienen nunca".

Este lema, que tiene mucho que ver con "la aceptación de la adversidad", rige todas sus canciones, con las que quieren transmitir la importancia de perseguir sueños, "de no dejar que nada te frene", explican.

Escuchar a Luna de Marte lleva a sus oyentes hasta la época de principios de los 2000, cuando una Amaia Montero con la carita empapada se adueñaba de todos los walkmans y Amaral le cantaba al mundo quiénes eran sus amigos. Lo cierto es que estos grupos son parte de sus referencias más directas, sobre todo para Lady Raquel, quien adora también las letras de Fito y de Vetusta Morla. Pero cada uno bebe de la música con la que se ha criado: Edu Pérez cuenta con formación clásica y admira también a Gilbert O'Sullivan, Jorge tira mucho hacia los Beatles y Héroes del Silencio y Samuel al jazz o bossa-nova. "Somos una mezcla caótica maravillosa", justifican.

Anhelo fue la primera canción que escribió Lady Raquel, y aún recuerda con cierta timidez la primera vez que se arrancó a cantarla. Después vinieron otras siete que ahora forman Transparente, el primer álbum del grupo zaragozano. Un nombre que hace honor a lo que reivindican sus letras: la honestidad. Cada tema, aseguran, "tiene su alma", aunque todos coinciden en cuál es el que más disfrutan en el escenario: El círculo. Un sonido cañero que ellos definen como "un chute de energía" y que es capaz de demostrar la conexión entre los seis.

La primera vez del sexteto en el escenario fue en un pequeño concierto de presentación en la planta baja de un restaurante de Zaragoza. Un momento "íntimo y bastante diferente", admiten. "Llamar a la puerta para que te abran" es para todos ellos lo más difícil de iniciar un camino en la música, por eso agradecen ver cada vez más público en sus actuaciones y animan a los que todavía no lo han hecho a escuchar su música en directo, "una experiencia inmersiva fantástica".

Perfect Blue

La ópera prima de Satoshi Kon, Perfect Blue, es un thriller psicológico con mucha crítica social. Cuando Miguel Bueno y su hermano vieron la película, probablemente no se podían llegar a imaginar que años después este título daría nombre a su futuro grupo de música. Un grupo de metalcore que el pasado diciembre se subió al podio en el Popyrock, el concurso organizado por Zaragoza Joven.

Fran a las letras, Miguel a la guitarra, Dani al bajo y Álex a la batería, buscan en Perfect Blue "dar visibilidad a la salud mental", pero sobre todo "que la gente acuda a los conciertos, que se lo pasen bien y disfruten". El primero fue en la sala Utopía y se estrenaron por todo lo alto. Tanto fue así que, mucha gente que había ido de propio, se quedó con las ganas de entrar a una sala abarrotada que tuvo que colgar el cartel de completo. "Siendo sincero, yo pensaba que no iba a venir casi nadie", admite Fran, que recuerda que fue además "un día entre semana previo a la noche de San Juan". De ese día el cantante del grupo recuerda estar muy emocionado, sobre todo cuando tocaron la primera canción y se dio cuenta de que la gente se sabía la letra. "Es como debutar y pensar que estás en un sueño", cuenta.

Esa primera canción era I don't belong here, un tema que Fran creó tras una mala racha emocional. "Una noche, de madrugada, me prometí exprimir todo lo que estaba sintiendo en aquel momento en forma de canción", explica el cantante. Y así surgió la letra definitiva. En la película que da nombre al grupo la protagonista se pregunta quién es y empieza a disociar, porque siente que no pertenece a lo que está viviendo. "Cuando cierra los ojos aparece en otra escena y de ahí vienen tanto el título como el estribillo principal de nuestro tema", dice Fran.

Entre las inspiraciones de Perfect Blue está la música electrónica y beben de grupos como Crystal Castles. "En lo que es la voz, mi mayor influencia es Mitch Lucker, que fue el cantante de Suicide Silence. Cuando empecé a hacer guturales, siempre quería copiarlo", bromea Fran. Las covers son otro de sus puntos fuertes, aunque alguna vez se han visto obligados a pagar un extra al tocarlas en las salas, por temas de derechos de autor.

Ese debut con sold out incluido lo achacan a sus buenos amigos, "que tuvieron mucha fe en nosotros". Una fe que agradecen que estuviera presente también entre el jurado del Popyrock, porque ese primer premio les va a venir muy bien para poder ampliar su equipo. Además, "a veces las salas de Zaragoza hacen pagar un precio elevado y es complicado obtener beneficios", por eso agradecen esa apuesta por grupos jóvenes, "para los que es muy difícil despegar", así como que haya centros sociales en la ciudad que les cedan sus espacios para tocar música. Y entre esa música de la capital aragonesa echan de menos algo más de variedad, y más grupos de punk.

Pensaban que no iba a ser así, pero pertenecer a un género como el metal no les ha supuesto, por el momento, ningún problema. "La gente parece ser cada vez más abierta y en eso Zaragoza está mejorando bastante", asegura Fran. Eso sí, dentro de un tiempo les gustaría experimentar con otro tipo de sonidos electrónicos e, incluso, tirar hacia el hyperpop.

De aquí a dos años sueñan con ir al Resurrection Fest, a la pequeña carpa que este festival reserva a artistas jóvenes. Pero, sobre todo, "vivir experiencias y no perder nuestra esencia. Que maduremos como músicos y como personas, pero sigamos teniendo el mismo sentimiento en los escenarios".

 

 

Isla Kume

Isla Kume es un pequeño de rincón de Japón, pero para Laura Sorribas, de 26 años, y Andrés Campos, de 24, es un todo un universo en el que expresarse, "un mundo propio de sentimientos, sensaciones e historias". Ambos se conocieron hace mucho tiempo, pero tardaron bastante en hacerse amigos. Cuando eso pasó, ya estaban terminando sus estudios en Conservatorio Superior de Música de Aragón. Su amistad, como no podía ser de otra forma, fue de la mano de la música, y los dos entraron pronto al cuarteto de cuerda Muro Kvartet, un proyecto de folk del que todavía forman parte. Pero su conexión iba mucho más allá y no se conformaron con eso. Laura alquiló un local en Zaragoza que Andrés visitaba con frecuencia. "Allí surgieron ideas, compusimos y empezamos a formar Isla Kume", explican.

Todo se materializó con Hoy me muero, su primera canción. Les bastó ese único tema para ser seleccionados como representantes de España en el concurso europeo Marte Live. Nunca hubieran llegado a imaginar que su debut en los escenarios iba a celebrarse en Cracovia, en un castillo en la frontera con Ucrania, en el que participaron con una ayuda del programa El Paraguas de Zaragoza Joven. "Fue una experiencia loca. Solo teníamos una canción y no habíamos hecho nunca ningún concierto", relata Andrés.

Y esa locura, aseguran, "fue el punto de inflexión para que Isla Kume cobrase sentido. Hoy me muero fue un premio detrás de otro: después ganaron en Madrid el festival WE:NOW y quedaron segundos en los aragoneses Premios Crear. Luego vinieron otros singles y aún a día de hoy les resulta difícil definirse.

Lo suyo es algo así como música urbana, un mix ecléctico en el que utilizan la electrónica, pero también elementos de dubstep e incluso reggaetón. Cuidan mucho la estética sonora y van saltando de género en género en función de lo que buscan transmitir: "Ni tenemos ganas ni necesidad de enmarcarnos en uno solo", aseguran. Entre sus referencias está Muse, sobre todo para Laura, pero también comparten pasión por el trabajo de C. Tangana o Nathy Peluso. Además no dejan atrás sus estudios de Música Clásica, por eso siempre ceden un hueco a sus instrumentos -la viola y el violonchelo- en los temas.

Intentan hacer música "que llegue a todo el mundo" y contar historias con un importante significado emocional. La libertad personal e individual y la aceptación del ego, el odio o la sexualidad pueden encontrarse en esa Isla Kume, un espacio en el que ambos artistas dan rienda suelta a sí mismos. En directo intentan plasmar toda la fuerza de sus producciones y, de momento, parece que lo están consiguiendo. "Estar encima del escenario y sentir esa energía que te devuelve el público con lo que tú estás creando es un regalo", asegura Andrés. Los inicios en la música cuestan, por eso agradecen "que la gente lo esté valorando".

Además, los reconocimientos han supuesto una remuneración económica muy necesaria para cualquier grupo que se está abriendo camino y han podido invertirlo en material. Dentro de unos meses lanzarán Dziękuję, una canción que significa "gracias" en polaco, en honor a ese festival que hace tan solo unos meses les permitió debutar más allá de nuestras fronteras. Creen que en Zaragoza "siempre ha habido grandes grupos, pero eso ha provocado también que proyectos emergentes se hayan quedado un poco en segundo plano". Por eso a los nuevos músicos les aconsejan, sobre todo, "que investiguen mucho una identidad propia".

Paula Muñoz Gonzalo

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