Masculinidades tóxicas


¿Sabías que la masculinidad es una manera de estar, sentir y relacionarnos que hemos aprendido y que en muchos casos puede ser perjudicial para uno/a mismo/a y para quienes nos rodean?

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SUMARIO:

 

¿Qué es la masculinidad tóxica?

 

Sería un modo masculino de habitar y estar en el mundo, que favorece la negatividad, la relaciones de desigualdad, el sufrimiento y no es nada saludable.

 

Lo masculino se refiere a un modo de hacer las cosas, a una manera de expresarse y que va vinculado al ser hombre. Se trata de una serie de atributos o actitudes que se asignan al género masculino. Pero todo es más complejo y lo más curioso es que son patrones culturales que hemos interiorizado, por lo tanto se pueden cuestionar y construir otras maneras. Lo masculino no es ser hombre, sino lo que se considera desde lo social y que va vinculado a sexo hombre. El mundo esta organizado por normas sociales y una de ellas nos ha dividido en dos grupos, hombres y mujeres. A cada grupo se le ha asignado un género, masculino y femenino, que son estancos cerrados y rígidos y realmente no representan la riqueza de las personas. Hay muchas maneras de entender lo masculino, así como lo femenino, pero nos apetece plantearos algunas maneras de masculinidades que tienen un resultado tóxico:

 

La expresión emocional: preferencia por expresar rabia, agresividad, invulnerabilidad y dificultad para expresar tristeza o miedo.

 

Interactuar socialmente: la competitividad, la individualidad, el egoísmo, la independencia (sin considerar la interdependencia), la homofobia (o heterosexualidad obligatoria), la presunción de destrezas o habilidades racionales, el menosprecio hacia las mujeres que se desenvuelven con estas habilidades (conducir, montar muebles, apagar incendios, etc.), el sentimiento de posesión en las relaciones de pareja, etc.

 

Posicionarse en la sociedad: lugar de valor social, de poder o de visibilidad, de no cuestionamiento de tales privilegios, alzar la palabra por encima de otras identidades sexuales, etc.

 

Estos modos masculinos (entre muchos otros), son irrealistas y dañinos para la convivencia y el buen trato en sociedad, no cuadran con la diversidad y realidad de cada una/o, ni con los valores de respeto e equidad social. Todos estos modos son transmitidos culturalmente y son más habituales en hombres, pero hay mujeres que expresan también estas maneras y hombres que construyen otros tipos de masculinidades.

 

¿Y por qué pasa esto?

 

¿Por qué tantos hombres se comportan así sistemáticamente? Esto es lo que llamamos estereotipos

 

Los estereotipos son modelos de cualidades o conductas que marcan la norma. Son moldes que se construyen para homogeneizar toda la riqueza, toda la diversidad. Esto también es tóxico, el temor a salirse del guión, a que mi conducta no cuadre con lo que se espera de mí por pertenecer a uno u otro sexo. Es importante poder identificar estos modelos perjudiciales para poder cambiarlos. Hay muchas maneras de ser hombre, y no todas tienen por qué ser basadas en modelos y patrones.

 

En todo esto es determinante la biografía, cada cual construye su identidad a través de una suma de elementos. En la medida en que somos individuales, singulares y únicos, somos biográficos. Pero en este construir la propia identidad interfieren ciertos elementos negativos que son los estereotipos.

 

¿Cómo superarla?

 

Vivimos en un momento de importantes cambios sociales, donde se han ido destruyendo viejos modelos dañinos de feminidad (sumisión, complacencia, pasividad, etc.) y se han construido nuevas referencias de construcción de su identidad sexual. Sin caer en odiosos criterios de normalidad y anormalidad, estas nuevas referencias sirven para salir de viejos modelos que perpetúan la posición de desventaja social de las mujeres, pero no pretenden convertirse en categorías totalizadoras del ser mujer.

 

Hay que darse cuenta de cómo es nuestra masculinidad, desmontarla y comenzar a investigar nuevas formas. En muchos lugares comienzan los hombres a juntarse para construir otras maneras de masculinidad más cooperativas, positivas y beneficiosas, cuestionando y abandonando la masculinidad imperante. Aún así queda mucho por hacer. Es necesario incentivar, poner en valor y visibilizar otras maneras de masculinidad. Mostrar referentes que puedan servir a las/os niñas/os para facilitar identidades saludables y relaciones de buen trato.

 

Pero además, es importante poner en valor y reconocer lo que se considera femenino o que está feminizado. Lo masculino tiene un mayor reconocimiento social, devaluando todo aquello que sea femenino, como por ejemplos los cuidados. Si ponemos en valor los cuidados y les damos un reconocimiento social (porque sin ellos no podemos vivir), haremos de ellos cualidades que las personas querremos tener.

 

Los hombres deben ser capaces de reconocer los privilegios que les otorga esta sociedad por el mero hecho de ser hombres y tomar conciencia de las injusticias y desigualdades a las que se enfrentan día a día las mujeres. Sin reconocer esos privilegios y su arbitrariedad, es complicado disponerse a realizar cambios.

 

Por último, es necesario romper con la idea de que el mundo está organizado de manera binaria: hombre-mujer, heterosexual-homosexual, bueno-malo, y así sucesivamente. Cuando flexibilicemos esa manera de entender la vida, será más fácil que exista realmente libertad para que cada persona sea como quiera ser y defina su identidad de manera autónoma, prescindiendo de estereotipos impuestos culturalmente.

 

Diana Robles, Victoria Tomás y Lurdes Orellana, Asesoras Sexológicas del CIPAJ


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