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Empecemos por el principio. El mindfulness o la atención plena es la práctica que nos aporta un ramillete de técnicas, además de unos principios, para ayudarnos a vivir el momento presente con mayor consciencia y menor ansiedad, fatiga y preocupación.

Jon Kabat-Zinn, profesor y escritor de primera línea en el tema que nos ocupa, nos dice que además de “cultivar la capacidad de apreciar la plenitud de cada momento” practicar midnfulness tiene que ver con “el hecho de estar en contacto”. Porque, con sinceridad, nuestra capacidad multitarea es limitada, prácticamente nula, y empeñarnos una y otra vez en hacer varias cosas a la vez trae consigo resultados nefastos. Hablamos de todas esas veces en las que estamos haciendo algo pero a la vez pensamos en cosas que no tienen nada que ver.

En sus libros, Rafael Santandreu, psicólogo y autor reconocido, suele hablarnos de un “mono loco” que vive en nuestra cabeza y que lleva toda la vida haciendo básicamente lo que le viene en gana (rumiar pensamientos negativos hasta la saciedad, hablar en términos de problemas y no de soluciones, saltar de una idea a otra de manera desenfrenada…), lo que conlleva una serie de consecuencias que conocemos bien: problemas de sueño, problemas de concentración, irritabilidad… y, en los peores casos, ataques de pánico o de ansiedad. La práctica de la atención plena nos ayuda en la tarea de “domesticar” esa tendencia mental de dejarnos llevar por nuestras preocupaciones sin ningún tipo de control. Manteniendo nuestro pensamiento a raya cortamos el flujo negativo que llega a nuestra emoción y a nuestra conducta. Se trata de adiestrar al “mono loco”.

¿De dónde viene mindfulness?

Pues bien, tiene su origen en las ciencias contemplativas, en la filosofía budista. La psicología ha incorporado tanto sus prácticas (despojándose del carácter religioso) como los pilares en los que éstas se basan, durante las últimas décadas: en las llamadas terapias de tercera generación, la nueva ola, lo que se lleva. Hablemos de sus dos principios más importantes: la compasión y la aceptación. - Cuando hablamos de compasión, no nos posicionamos en un lugar superior al del otro, sino que nos reconocemos en él/ella. Tiene mucho que ver con la empatía y centra su objetivo en nuestra relación con los demás. Hay mucha variabilidad en la superficie entre unas personas y otras (raza, sexo, edad), pero si ahondamos un poco, ¿acaso no somos lo mismo? - Cuando hablamos de aceptación, no hablamos de resignarnos, sino de la libertad que aún conservamos ante situaciones que no pueden cambiarse. Esto es así y va a ser siempre así, pero mi respuesta no está condenada a ser siempre la misma. Yo elijo a partir de aquí.

Y, ¿cómo se hace mindfulness?

Muchas de las técnicas que podemos practicar en casa tienen que ver con la meditación. Cuando meditamos ponemos el foco en nuestra respiración y, ya sabéis lo que sigue después: se nos va el santo al cielo una y otra vez. En eso consiste la práctica, se trata de reconducir nuestra atención tantas veces como sea necesario. No olvides que estamos haciendo un ejercicio de adiestramiento. Puede que nos resulte difícil las primeras veces, pero, por lo general, enseguida empezamos a notar sus beneficios. Otras prácticas se centran en la serenidad de nuestros actos. Observar algo, comer, o cepillarse los dientes son ejercicios básicos de mindfulness. Así, recuperamos la calma en cosas cotidianas que hacemos sin pensar y con bastante prisa. Entrenarnos en ir más despacio con los tiempos que corren es apostar por nuestra salud.

Entonces, ¿a quién va dirigido mindfulness?

Aunque en psicología se han desarrollado muchos programas que adaptan estas técnicas a personas con problemas específicos (ansiedad, depresión, adicción…), cualquiera de nosotros/as puede verse beneficiado/a en cualquiera que sea el momento que estemos viviendo. Existen numerosos estudios que relacionan la práctica con una mayor salud a niveles celulares e incluso con una mayor longevidad. Ahí es nada.

Si esta lectura te ha animado a probar con la meditación y con algunos de los ejercicios que se proponen para practicar la atención plena, no lo dudes y empieza hoy mismo, sólo necesitarás un lugar tranquilo en el que te sientas a gusto. Recuerda además darte tiempo, pues, como todo, se trata de un aprendizaje.

Leticia Chaverri Mendoza Asesora psicológica del CIPAJ. Centro de información y asesoramiento juvenil. Casa de los Morlanes. Plaza San Carlos, 4. 50001 Zaragoza. Tel. 976 721 818. cipaj@zaragoza.es