Contenido del museo

Letrinas


A lo largo de la amplia vida de estas termas públicas, hasta el siglo IV d.C., se han ido sucediendo diversas reformas que alteraban su aspecto y que han dejado como testigo de su existencia restos arquitectónicos superpuestos en el mismo espacio.

De la época más antigua, durante el gobierno augusteo, únicamente se conserva parte de un pavimento, realizado con ladrillos rectangulares de arcilla cocida colocado en forma de espiga.

A una reforma posterior corresponde la construcción de unas grandes letrinas públicas, que estaban en funcionamiento a finales del reinado de Tiberio. La estancia tenía planta cuadrada y capacidad para unas 29 personas. sus paredes estaban rodeadas de una línea de bancos con asientos perforados, bajo los cuales discurría un profundo canal de arrastre de aguas fecales. Delante de los bancos y a los pies de los usuarios, un canalillo proporcionaba agua limpia con la que se podían realizar abluciones o aclarar las esponjas y utensilios higiénicos empleados para la limpieza personal.

Actualmente y para su mejor comprensión, se ha reconstruido parte de uno de sus muros laterales, con los bancos que servían de asiento a los usuarios. Estas letrinas fueron derribadas a finales del siglo I d.C. , y sobre ellas se construyó una piscina porticada para nadar al aire libre. Las dos basas que se conservan aquí corresponden a dicho pórtico.

Natatio


La piscina o natatio que hoy vemos fragmentada, fue construida durante la dinastía flavia, a finales del siglo I d.C. Es de planta rectangular, conservándose sólo 9,7 m de su longitud, cuyo total se estima en 15,8 m.

El único extremo corto conservado, que permite la reconstrucción ideal de sus proporciones, se remató en forma de ábside lobulado. A la piscina se accede por tres escalones que la recorren en todo su perímetro, y su fondo estuvo pavimentado con placas de mármol, parte de las cuales fueron levantadas y reutilizadas después del cese de la actividad termal a comienzos del siglo IV d.C.

Del pórtico que rodeaba la piscina, cuya altura se estima entre los 5 y 6 m, se conservan restos de tres basas de columna y varios de sus apoyos.

Alrededor de la piscina y delante de las basas, se colocó un listón de mármol , que impedía que el agua de la piscina salpicase al interior del pórtico, cuyo suelo estaba pavimentado con placas de mármol en los intercolumnios.

La superficie de la sala era más amplia que la actual, y se conservan, como pequeña muestra del recubrimiento de sus paredes, los restos de un conjunto de placas de mármol, decoradas con motivos diversos: figuras geométricas, escudos cruzados, etc.

La ornamentación de la sala se completaría con varias esculturas, de las cuales únicamente conservamos el resto de un pie de mármol.

Complejo termal


Las termas contaban con diferentes estancias reservadas para el baño y otras actividades de carácter lúdico. Una vez pagada la entrada al portero, el bañista pasaba al vestuario (apodyterium), en el que se despojaba de las ropas de la calle y las guardaba en hornacinas sin puertas vigiladas por un esclavo.

Desde aquí se iniciaba el itinerario termal, el cual consistía en en el paso por diversas dependencias, alternando calor y frío, a fin de conseguir una perfecta higiene corporal y favorecer la salud.

El caldarium, la sala más luminosa y adornada, estaba destinada al baño con agua caliente. Para intensificar la sudoración iniciada en el caldarium cabía la posibilidad de optar por la sauna o sudatio.

En el tepidarium o sala templada, para descansar a una temperatura más agradable, se ofrecían sesiones de masajes con aceites y ungüentos (unctoria) y servicios de depilación.

El agua fría de la piscina del frigidarium servía para cerrar los poros y tonificar los músculos. Para finalizar el circuito, en las termas de Caesaraugusta los bañistas tenían la opción de zambullirse en la gran piscina porticada al aire libre (natatio), donde incluso podían nadar.

Pero las termas no solo ofertaban servicios de baños, sino que también contaban con letrinas, un patio porticado (palestra) en la que practicar ejercicios físicos, biblioteca, jardín o salas donde hacer reuniones y escuchar música o poesía. También había tiendas adosadas o tabernae donde se vendían bebidas y comida que los vendedores pregonaban a grandes voces.

Funcionamiento de las Termas


El agua y el aire caliente eran imprescindibles para el buen funcionamiento de las termas. Para ello, los romanos utilizaron un ingenioso sistema de calefacción subterránea denominado hypocausto. El aire caliente, procedente de un horno de leña, circulaba por una cámara situada debajo del suelo sustentado por pilas de ladrillo y por las paredes huecas. El mismo horno calentaba en grandes depósitos el agua que llegaba a las piscinas a través de tuberías.

Las termas eran usadas por hombres y mujeres, pero nunca coincidían en el baño, bien porque las temas disponían de zona femenina y zona masculina, bien por establecerse horarios diferentes. Generalmente las mañanas estaban reservadas a las mujeres y las tardes a los hombres, después del trabajo fuera de casa.

Entre los objetos más utilizados en las termas se encuentran las sandalias de madera, las toallas de lana o lino, los estrígilos de bronce en forma de S para limpiarse el sudor y la suciedad, que tenían una acanaladura en el centro para facilitar la labor, los ungüentarios de vidrio, cerámica o bronce, los platillos con mango para echarse agua fría al cuerpo. No faltaban los peines, agujas de pelo y espejos de bronce pulido. También de bronce, recogidos en una pequeña anilla, eran habituales los escarbaorejas con forma de pequeña cucharilla, los limpiauñas, las limas y las pinzas de depilar.

El agua fría de la piscina del frigidarium servía para cerrar los poros y tonificar los músculos. Para finalizar el circuito, en las termas de Caesaraugusta los bañistas tenían la opción de zambullirse en la gran piscina porticada al aire libre (natatio), donde incluso podían nadar.

Pero las termas no solo ofertaban servicios de baños, sino que también contaban con letrinas, un patio porticado (palestra) en la que practicar ejercicios físicos, biblioteca, jardín o salas donde hacer reuniones y escuchar música o poesía. También había tiendas adosadas o tabernae donde se vendían bebidas y comida que los vendedores pregonaban a grandes voces.