MAESTRAS Y EDUCADORAS EN EL PASO DEL S. XIX AL XX:
APÉNDICE COMPLEMENTARIO
'No puede olvidar la mujer que sólo a título de aprovechar fuerzas que se esterilizan en el hogar cuando éste no las necesita sale a intervenir en la cosa pública. No por sí, sino para la patria, no por satisfacción personal, no para copiar y seguir las huellas del hombre, sino para llevar a la administración su espíritu de gobierno, economía y actividad, en la seguridad de que si no aporta un concurso útil a la vida de la nación, su fracaso particular caería sobre la capacidad femenina en general'.
Julia Peguero Sanz, extracto de su ideario
publicado en La Voz de Madrid, de 20/10/1924
Presentación
Muchas docentes de las primeras décadas del s. XX ligaron su actividad educativa con sus deseos de transformación de la sociedad también a través de actividades políticas, sociales y sindicales. Las primeras mujeres que empezaron a ejercer en ayuntamientos u otras instituciones públicas, tenían en general ascendencia burguesa y habían accedido a formación suficiente por convencimiento propio; muchas de ellas provenían del mundo de la educación profesional como maestras vocacionales pero también como una oportunidad para proyectar sus deseos de cambio y mejora de la sociedad, y una forma de contacto con la realidad social de la época. Eran mujeres que, con su ejercicio profesional y su participación en otras actividades sociales dentro y fuera de la escuela, no sólo encontraron un camino para integrarse en el mundo de lo público, sino que desde él pudieron contribuir bien a los cambios o bien a la permanencia de algunos de los acontecimientos y circunstancias que acompañaron sus trayectorias vitales; es decir, que fueron socialmente útiles más allá de los ámbitos domésticos (Cit. C.Flecha). La teóricas y estudiosas de la educación no dejarían de expresar a través de su inquietud intelectual y sus demandas de educación, la igualdad académica entre hombres y mujeres. La entrega a sus ideales acaparó en ocasiones la memoria de sus legados.