¿Alguién se acuerda de aquellos vigilantes nocturnos que al dar dos palmadas acudían y te abrían la puerta de tu casa?

Eran los populares serenos, que recorrían las calles protegiendo de robos, evitando peleas y prestando auxilio a todo aquel que lo necesitara.

El Sereno era el encargado nocturno de vigilar las calles, regular el alumbrado público y de abrir las puertas.

Era habitual que fuesen armados con una garrota o chuzo, y usaban un silbato para dar la alarma en caso necesario.

Los serenos desaparecieron y el sonido de su chuzo y su silbato quedó enterrado en la memoria colectiva.

Auténticos dueños de las calles por las noches. Cuando regresabas a tu casa, con dar dos palmadas acudía el vigilante y te abría la puerta sin necesidad de llevar encima las llaves.

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