Museos y Exposiciones

Hernando de Aragón (Arzobispo)

(1498 - 1575)

Hernando de Aragón Nacido en Zaragoza, en 1498, don Hernando era hijo del arzobispo don Alonso de Aragón y doña Ana de Gurrea, y por lo tanto nieto del rey de Aragón, Fernando II, por línea bastarda. Educado para la vida militar, al cumplir los 24 años de edad manifestó una sincera vocación eclesiástica e ingresó como monje cisterciense en el monasterio de Nuestra Señora de Piedra, en el que fue ordenado en 1524. Carlos I lo nombró abad del monasterio de Nuestra Señora de Veruela y, después, Visitador General de la Orden, cargo que utilizó para llevar a cabo una importante labor de reforma en la misma. En 1539, el rey lo designó arzobispo de Zaragoza; aunque tomó posesión del cargo ese mismo año optó por retrasar su llegada a Zaragoza dos años más, permaneciendo ese tiempo en el monasterio de Veruela.

Como arzobispo fue el más notable de todos los que habían pertenecido a la Casa Real de Aragón. Llevó a cabo importantes reformas en su archidiócesis y, a pesar de la oposición manifestada al Concilio de Trento, al que no acudió por considerar algunos de sus acuerdos contrarios a su juicio, convocó un concilio provincial donde fueron publicados los decretos de aquél.

Supo también combinar con gran brillantez su cargo eclesiástico con la vida política, en la que ocupó varios cargos importantes: Carlos I le hizo diputado en las Cortes aragonesas en 1524, y Felipe II (I de Aragón) lo nombró Virrey de Aragón en 1566. También ocupó los cargos de Coadjutor del Maestrazgo de Montesa y Comendador Mayor de Alcañiz.
También destacó en los campos literario (fue Cronista de la ciudad y autor de una Historia de los Reyes de Aragón) y artístico, en el que fue un importante mecenas. Entre las obras promovidas por él, destacan la construcción de la Cartuja de Aula Dei en el barrio rural de Montañana (iniciada en 1564) y la capilla renacentista de San Bernardo en la Seo del Salvador, que pagó a condición de que el Cabildo le permitiese yacer en ella junto a su madre tras su muerte, y en la que aún se pueden ver las efigies de Don Hernando y Doña Ana de Gurrea. También propuso a los jurados del Concejo de Zaragoza la construcción de un edificio, la Lonja, para albergar las transacciones mercantiles de la ciudad.