Museos y Exposiciones

Zaragoza en el siglo XVI

Dibujo de Wyngaerden

La Zaragoza del siglo XVI es la bella ciudad que el pintor flamenco Anthonius van den Wyngaerde dibujó en 1563, cuando la visitó como miembro de la comitiva real que acompañaba a Felipe II en su viaje a esta población.

La obra del artista ya dejaba entrever lo que esta centuria significó para la ciudad, una etapa de esplendor artístico y espiritual, favorecida por la bonanza económica, y cuyos reflejos más fehacientes son: el despunte del erasmismo, muy activado por el rápido hacer de la imprenta zaragozana en la difusión de esta teología; la fundación de la Universidad, gracias a los esfuerzos de Pedro Cerbuna; y el florecimiento de las bellas artes, tanto por la profusión y calidad de la arquitectura palaciega renacentista (que convirtió Zaragoza en un conjunto monumental), como por la producción escultórica religiosa, donde destacan artistas de la talla de Damián Forment (retablo Mayor de la basílica del Pilar) y Gil Morlanes "el viejo" (portada de la iglesia de Santa Engracia ).

La ciudad en este siglo se organiza en un doble recinto amurallado, uno interior de piedra, que delimitaba el antiguo núcleo romano, y otro exterior de ladrillo que incluía los nuevos barrios extramuros, como el de San Pablo y San Miguel. Las calles de la ciudad eran estrechas pero saneadas; la más ancha era la del Coso, pavimentada a finales de la centuria, y de la que en 1525 el embajador veneciano Andrea Navaggiero alabó sus "hermosas casas de ladrillo".

La renovación urbana del XVI, que supuso la casi total desaparición del caserío medieval, estuvo en manos de una clase social pudiente, bien por ser mercaderes enriquecidos, bien por ser miembros de la nobleza u ocupar cargos políticos. Éstos fueron los dueños de numerosos edificios palaciegos construidos al gusto artístico italiano, pero aderezados por la tradición local medieval y mudéjar. De comienzos de siglo permanecen la casa de los Torrero y la de los Huarte; hacia 1540 se edificó el palacio de Donlope, también llamado de la Real Maestranza; a partir de 1550 los edificios adquieren un lenguaje más humanista y una técnica decorativa manierista, de lo que son buenos ejemplos la casa de Gabriel Zaporta, la del Conde de Morata y la de los Morlanes. En fechas más avanzadas el conde de Sástago edificó en el Coso su residencia, si bien su traza tradición arquitectónica aparece ya algo alejada del primer renacimiento.

La Zaragoza del siglo XVI es una ciudad de unos 25.000 habitantes, siendo la parroquia de San Pablo la más populosa, seguida de la de El Pilar, la Magdalena, San Miguel, San Gil y La Seo; el barrio de San Andrés o San Pedro eran núcleos de habitación más pequeños. Es una ciudad en desarrollo, con un detectable crecimiento demográfico auspiciado por la expansión económica y por la inmigración (sobre todo francesa), a pesar de las periódicas malas cosechas, hambrunas, pestes y guerras. Estas etapas de deterioro social provocaron una intensa actividad asistencial y de beneficiencia a través de instituciones muy arraigadas en la ciudad, como el Hospital de Nuestra Señora de Gracia.

Por lo demás el desarrollo de la urbe impulsó sobremanera la demanda de productos agrícolas con la que abastecerse, cultivados según diversos medios de propiedad y arrendamiento. La necesidad de disponer de tierras para el cereal y los viñedos dio lugar al aumento de las roturaciones, desde la vega a los eriales y montes circundantes. Los huertos procuraban a los mercados multitud de herbáceas y frutas, y la necesidad de regadíos llevó a la construcción de la Acequia Imperial. En los barrios de San Pablo, Altabás, y algo menos San Felipe, se concentraba la actividad textil de cardado, hilado, tejido y tintura. Estos últimos pronto se trasladarían, junto con los curtidores, a San Miguel, debido tanto a la insalubridad y malos olores de sus instalaciones, como a la necesidad de agua corriente que ahí tomaron del río Huerva.

La burguesía mercantil de Zaragoza, en su mayor parte compuesta por judioconversos, dominó la economía aragonesa del siglo XVI. Familias de renombre fueron las de Lanuza, Espés, Funes, Los Torrero o los Zaporta, dueños de los ya citados palacios renacentistas. Sobre todo se dedicaron al arrendamiento de rentas, préstamos y a la comercialización de productos agropecuarios. En 1551 se inaugura la Lonja de Mercaderes, ya reivindicada a través del Concejo de la ciudad desde 1541, y construida bajo los cánones arquitectónicos del momento por Juan de Sariñena, con intervención de Gil Morlanes "el joven" en diversas fases.

En el ámbito político, la Zaragoza del siglo XVI fue la ciudad de los Austrias mayores, Carlos I y Felipe II. Con ellos se dieron diversas relaciones conflictivas, provocadas casi siempre por la lucha entre el poder real y la salvaguarda de los fueros de Aragón. Si bien Carlos I mantuvo respeto apor los privilegios aragoneses, a pesar de ciertos momentos de tensión, las relaciones se deterioran con las pretensiones autoritarias de Felipe II. En el conflicto se suceden una serie de episodios de interés político y bélico, como la entrada de la Inquisición en el conflicto, el motín aragonés de mayo de 1591, y la acusación de hereje y encarcelamiento de Antonio Pérez. Ante las repetidas subversiones aragonesas Felipe II preparó una respuesta armada sobre la capital, Zaragoza, cuyos frutos más visibles fueron la ejecución del Justicia de Aragón, Juan de Lanuza, el 20 de diciembre de 1591 y la quema de Antonio Pérez el 20 de octubre de 1592. Las tensiones se resolvieron ese mismo año con la celebración de las Cortes de Tarazona, que supusieron el fortalecimiento del poder del monarca en detrimento de las instituciones aragonesas.


Bibliografía
- Lostal Pros, J. Y Ansón Navarro, A. (2001): Historia de cuatro ciudades. Salduie, Caesaraugusta, Saraqusta, Zaragoza. Ayuntamiento de Zaragoza.
- Serrano Martín, E. (1998): Zaragoza con los Austrias Mayores (siglo XVI). Historia de Zaragoza volumen 8. Ayuntamiento de Zaragoza.