LAS PRECURSORAS IMPRESCINDIBLES:
EDUCADORAS DE LA ILUSTRACIÓN
La educación de las mujeres se considera regularmente como materia de poca entidad. El estado, los padres, y lo que es más, hasta las mismas mujeres miran con indiferencia el aprender esto o aquello o no aprender nada. ¿Quién podrá señalar la causa de este despido tan universal? Porque decir que lo fomentan los hombres para mantenerlas en la ignorancia, y dominar así más libremente, es un pensamiento muy vulgar, y que está fácilmente desvanecido si se repara que en todos tiempos ha habido varios sabios que han escrito en elogio de las mujeres, y han formado catálogos de las más insignes (de ellas) en todas las materias …
Josefa AMAR Y BORBÓN,
Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, 1790
Prólogo
Presentación
Incluye la memoria de mujeres ilustradas adelantadas a su tiempo que bien ejerciendo la docencia o teorizando sobre los contenidos educativos, abrieron caminos imprescindibles para comprender la importancia de la educación femenina como motor de la sociedad.
Con la Ilustración (1680-1780) surge un nuevo concepto de escuela y de enseñanza. Los ilustrados aspiraban a una sociedad mejor y basada en los ideales de igualdad para todos los hombres, libertad, felicidad y sociabilidad y donde la razón se antepone sobre la religión, la superstición y la tiranía. Argumentan su búsqueda del progreso en la creencia de que la felicidad individual y colectiva se conseguirá mediante el progreso moral, el cual necesariamente requiere el progreso científico y técnico. Para esa reforma ansiada del hombre y de la sociedad, el medio utilizado es la educación, por lo que los ilustrados impulsan la alfabetización de las gentes y la enseñanza de Primeras Letras, independientemente del género y condición social, estableciendo las bases de una enseñanza básica, pública y gratuita.
En España, en el reinado de Carlos III (1759-1788) se inicia una política educativa encaminada a que los hombres del futuro estén mejor preparados y así impulsar la economía nacional. También la mujer debía contribuir con su trabajo a este pensamiento utilitarista, ayudando al aumento productivo de la familia y la comunidad ejerciendo un trabajo. Las primeras escuelas para niñas dirigidas por mujeres se crean en Madrid a partir de 1771 y en 1783 quedan formalizadas las «Escuelas gratuitas de educación de niñas». A partir de ahí irá creciendo la importancia del papel de las mujeres maestras como educadoras profesionales: por una parte, a medida que se ampliaban las finalidades de la instrucción y, por otra, a medida que los saberes transmitidos por las madres en el hogar iban poco a poco considerándose insuficientes en el contexto de una sociedad con deseos y con necesidad de cambio (Consuelo Flecha García. Mujeres educando a mujeres.)
Las llamadas Sociedades Económicas de Amigos del País impulsaron las escuelas elementales y el fomento de la enseñanza elemental y artesanal. Había un mayor porcentaje de analfabetismo entre mujeres que entre hombres, y dentro del entorno femenino, también las diferencias eran notables dependiendo de su status social. Las mujeres de la nobleza y la alta burguesía son instruidas en su mayor parte, y lentamente la educación femenina se irá extendiendo hacia los estratos inferiores.
La necesidad de dar formación a la mujer también suscitará diferencia de opiniones entre los motivos que unos y otros defienden, como instruir a las mujeres según los intereses de los hombres, o para introducirlas en diversos talleres artesanos e industriales, o por ser la mujer la primera educadora de los hijos y que ha de transmitir los valores que la sociedad le demanda. De momento se considera importante establecer escuelas gratuitas para enseñar a las niñas contenidos religiosos, primeras letras y tareas domésticas.
Algunas mujeres aristócratas o de la realeza, intelectuales próximas a las clases dirigentes y precursoras ilustradas fundaron instituciones para la educación de niñas, escribiendo tratados de educación femenina y participando activamente en proyectos de educación desde las Sociedades Económicas y las Academias de Bellas Artes, una vez que el gobierno de Carlos III autorizó que las mujeres pudiesen entrar a formar parte de dichas instituciones.
Hay varias mujeres aragonesas del siglo XVIII que se dedicaron a la docencia en Instituciones ilustradas, como Mariana de Urriés, Pilar Ulzurrun de Asanza y Francisca de Paula Durán, y que estudiaron y teorizaron sobre la Educación, aportando legados imprescindibles como precursoras: María Andresa (o Andrea) Casamayor y de La Coma y la impar Josefa Amar y Borbón.