Ser un chico del siglo XXI


Vamos a empezar con un experimento. Échale un ojo a tus fotos de cuando eras pequeño/a. ¿Las tienes? Ahora míralas bien. Si se te identificaba como chico, es muy probable que vayas vestido de azul o de colores oscuros, con dibujos de robots, dinosaurios… Es posible que estés haciendo deporte (seguramente fútbol) o jugando con coches, pero casi seguro que no tienes en la mano una muñeca ni lleves una camiseta rosa. ¿Qué tal ha ido la sesión de adivinación?

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Lo más seguro es que hayamos acertado. Y no, no es que tengamos poderes, sino que son cosas que se asocian (o que no se asocian) a lo masculino. ¿Eres fuerte? Eres un hombre. ¿No das abrazos? Eres un hombre. Te lo han enseñado casi desde que naciste (¿a que alguna vez te han dicho eso de que "los chicos no lloran"?) y es lo que has visto casi siempre a tu alrededor. O lo que es peor: has visto lo que pasa cuando alguien se sale de la norma. Es "el rarito" y tú no quieres serlo, ¿a que no?

Durante décadas, nos hemos quejado de la presión que sufren las chicas sobre su cuerpo. Pero no solo no ha desaparecido, sino que ahora se han sumado los chicos: si ellas tienen que ser delgadas, ellos tienen que estar cachas. Algo parecido ocurre con el sexo: si a las chicas se las critica si tienen mucho (bueno, o poco, que la cuestión es criticar), para ser un "hombre de verdad" es obligatorio masturbarse, tener deseo… Y por supuesto, que te gusten las chicas, porque para la masculinidad tradicional la heterosexualidad es obligatoria.

Isabel Felipe

Además, los chicos no pueden hacer cosas porque les apetezca, tienen que ser productivos (porque, claro, en la masculinidad tradicional, es el que tiene que proveer a la familia). Si juegas al fútbol, tienes que ser el nuevo Messi. Si te gusta la música, más vale que seas bueno o se verá como una pérdida de tiempo. ¿Qué es eso de hacer algo solo porque te sienta bien? Ah, y sobre todo, que no te guste hacer cosas "de chicas" como bailar o cuidar de los demás...

Desde hace ya bastante tiempo hablamos de "nuevas" masculinidades. Y ponemos comillas en nuevas, porque llevamos décadas con el mismo tema. Estas nuevas masculinidades tienen como objetivo romper con estos estereotipos de género y dar un paso más hacia la igualdad entre hombres y mujeres. ¿Qué pasa si soy un chico pero no quiero ser valiente? ¿Y si quiero dar abrazos y mostrar mis sentimientos y no ser violento? ¿Qué pasa si no soy hetero? ¿Entonces ya no soy un hombre?

El primer paso para romper con estas ideas preconcebidas es conectar con quien tú eres. ¿Te gusta el fútbol porque lo disfrutas, o por que se supone que te tiene que gustar? Pregúntate sobre cómo serías si no tuvieses esas limitaciones que te impone el género con el que te defines. Y ahora, ¿qué tal si pruebas a hacer lo que realmente te apetece, sin encajarte en esos estereotipos?

Otro pasito para lograr la igualdad y dejar atrás la masculinidad tradicional es dejar de criticar los comportamientos que se salen de la norma. Esto sirve tanto para chicos como para chicas, porque el machismo está instalado en los cerebros de todos y todas y a casi todo el mundo se le escapa un: "uy, pero eso no es para chicos, ¡que es rosa!" o frases parecidas. No se trata de que te flageles por hacerlo, pero sí que intentes evitarlo y que permitas que cada cual tome las decisiones que le apetezca.

Vale, ya está hecho: eres un chico que llora cuando está triste (y se permite estarlo), que no es violento y que no critica a los demás por hacer cosas que no encajan con la idea de "ser un hombre". Pero llega la prueba de fuego de irte por ahí con tus amigos y que a uno se le ocurra hacer un chiste machista u homófobo. ¿Le plantas cara o le ríes la gracia? Si nos contestas ahora, casi seguro que dices que lo primero, pero no nos vamos a engañar: lo más normal es quedarse callado o incluso, sí, seguirle el juego. Criticar estos comportamientos es difícil y más cuando vienen de tu grupo de amigos, porque nadie quiere ser "el soso" y quedarse fuera.

Cambiar a nivel individual está muy bien, pero esto es un trabajo comunitario. Mientras la sociedad no evolucione y deje de presionarnos con lo que se supone que debemos hacer según nuestro género, es muy difícil dar el paso. Renunciar a los privilegios que se otorga el machismo a los hombres es complicado, pero también significa una liberación para poder decidir por ti mismo.

Info Joven con la colaboración de la Asesoría Sexológica de Zaragoza Joven 

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