Segundo Sitio (21 de diciembre de 1808 a 21 de febrero de 1809)


Tras la retirada francesa, los ejércitos del Centro (Andalucía), Valencia, Murcia y Aragón se unieron para empujarles hacia la frontera, pero el 23 de noviembre fueron todos ellos derrotados en Tudela, retirándose los del Centro con el General Castaños hacia Madrid, y los demás con Palafox a Zaragoza, encerrándose en esta ciudad hasta la llegada de nuevo ante ella de los franceses el 21 de diciembre.

En esta ocasión, los sitiadores se componían de dos cuerpos de Ejército completos: el 3º mandado por Junot y el 5º mandado por Mortier, sumando unos 48.600 soldados, que en ese primer asalto lograron tomar el Monte Torrero, pero fueron sangrientamente rechazados en el Arrabal, iniciándose otro largo y duro asedio.

En las semanas siguientes extendieron su red de trincheras y de baterías alrededor de la ciudad, ocupando los puntos exteriores de la defensa: San José el 12 de enero, y el Reducto del Pilar (hoy glorieta Sasera) el 15, y eliminando los dos intentos de hacer llegar refuerzos a los Sitiados. Las tropas que intentaron socorrer Zaragoza fueron derrotadas el 24 en Leciñena a los, el 26 en Alcañiz. El 27 de enero, los imperiales, mandados por el Mariscal Lannes, recién llegado para hacerse cargo del mando conjunto de los dos Cuerpos de Ejército, lanzaron el esperado asalto general contra la plaza, logrando penetrar en la misma por las tapias de las Mónicas y por el Convento de Santa Engracia, reiniciándose la tristemente célebre guerra de casa por casa, en la que tan expertos se mostraron los aragoneses.

Mientras el 14 de febrero en la otra orilla del Ebro los franceses ocuparon el convento de Jesús, y el 18 ocuparon todo el barrio del Arrabal, pudiendo colocar sus baterías frente al palacio Arzobispal y el mismísimo Pilar, pudiendo decirse que Zaragoza quedaba así condenada.

Palafox se hallaba ya entonces gravemente enfermo, al igual que otros miles de defensores, viéndose forzado a nombrar una Junta de Defensa que le sustituyese en la toma de decisiones, y fue esta la que, carente de recursos, con sus escasas tropas enfermas y sin posibilidad alguna de lograr ayudas del exterior acordó iniciar conversaciones con el Mariscal Lannes la noche del 20 de febrero en su cuartel General de la Casa Blanca, junto al Canal.

Finalmente, Zaragoza no se rindió, sino que aceptó una capitulación, es decir que se entregó a cambio de una serie de concesiones (después incumplidas), y en la mañana del 21 salieron los restos de su guarnición por la puerta del Portillo, entregando sus armas ante Lannes a la altura del castillo de a Aljafería.     `

La ciudad había caído y seguiría en poder de los invasores durante 5 largos años, pero la fama de su resistencia se había extendido por todo el mundo haciéndole merecedora del título de Inmortal. Muestra de esa fama fue la música compuesta en Nueva York en honor de Palafox o el libro publicado en Londres narrando el Primer Sitio, ambas simultáneamente al Segundo Sitio de Zaragoza.  

Texto: Luis Sorando