4. Del Paseo de Sagasta a la Glorieta Sasera

A continuación, se baja al centro de la ciudad por el Paseo de Sagasta. Este bulevar construido en el siglo XIX tuvo la misión de unir los barrios de Torrero y La Paz con el centro de la ciudad, desembocando en la Plaza de Basilio Paraíso. Su estructura es de bulevar, es decir, un paseo central arbolado para caminar y disfrutar de la vida urbana y a ambos lados los carriles para el tráfico rodado. El antiguo camino de Torrero (hoy Paseo de Sagasta), ante el crecimiento de la población de Zaragoza, fue urbanizado y transformado en zona residencial de la burguesía que protagonizó el despegue industrial de principios de siglo XX. Así, se levantaron edificios en altura y chalet individuales siguiendo el gusto modernista que fue el que mejor se identificaba con los ideales de esta nueva clase social. La Casa Juncosa (nº 11), la Casa Retuerta (nº 13), la Casa Corsini (nº 19) o la Casa de Carlos Palao (nº 76) son algunos ejemplos de esta nueva arquitectura en la que los elementos vegetales cobraron una gran importancia. El Modernismo zaragozano se vinculó desde sus inicios con la tendencia más voluptuosa y dinámica del modernismo europeo y encontró su fuente de inspiración en la naturaleza: hojas de cardo, todo tipo de pequeños insectos, flores, entre otros, que jalonaban el paseo desde el centro de la ciudad a las barcas del Canal Imperial.

Rompiendo con este gusto organicista, se levantó en este mismo paseo la austera fachada de la Confederación Hidrográfica del Ebro en el año 1936. Y así, en el edificio desde donde se regulaban los riegos de la cuenca, se sustituyó la carnosidad de la naturaleza por la austeridad del ladrillo cara vista y el orden rítmico de los vanos abiertos en una amplia fachada de composición académica. Ante ella, en llamativo contraste, se colocó la escultura titulada Monolito-Fuente (1984) de Ángel Orensanz. Se trata de una estructura de hormigón armado y varillaje metálico en la parte superior por la que cae una lámina de agua. El paso del tiempo ha cubierto la estructura de musgo alterando el aspecto inicial y convirtiendo esta pieza en un símbolo de la actuación de la Confederación Hidrográfica del Ebro, encargada de velar por el funcionamiento de la cuenca de este río.

Cerca de esta intervención, en la Glorieta de Sasera, se localiza la fuente homenaje A los defensores del reducto del Pilar (1892). Se compone de un grupo escultórico obra del artista y arquitecto Federico Amutio y Amil que concibió sus personajes como una escultura exenta. Con el tiempo, se convirtieron en los protagonistas de esta fuente, de forma circular y varios surtidores, que se complementa con la presencia de dos cañones a sus espaldas. De esta manera se crea un pequeño espacio lúdico a la entrada de un importante centro comercial y se preserva la memoria del espacio urbano escenario de la defensa de Zaragoza ante la invasión francesa.

 

Muy cerca de esta fuente conmemorativa, delante del edificio de Ibercaja, se localiza la denominada como Fuente cúbica (1980) obra del arquitecto Teodoro Ríos Usón quien también lo es del emblemático edificio. Éste es una de las primeras torres acristaladas de la ciudad en sintonía con las corrientes más funcionalistas de su momento. En uno de sus frentes diseña un espacio abierto en el que dispone unos parterres entre los que sobresale esta moderna fuente, compuesta por una estructura de cubos asimétricos sobre los cuales cae el agua.