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Basílica de Nuestra Señora del Pilar

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En 1772 recibió Goya el encargo de pintar la bóveda del Coreto de la Basílica del Pilar frente a la Santa Capilla de la Virgen. El tema escogido fue La Adoración del Nombre de Dios.

En 1780 fue elegido miembro de la Real Academia de Bella Artes de San Fernando. Cuando vuelve a Zaragoza le espera su gran trabajo mural en Aragón. Se trata de la Regina Martyrum, la decoración de una cúpula de la nave norte en la Basílica del Pilar. Era la primera vez que Goya se enfrentaba a una superficie semiesférica y, de nuevo, lo resolvió magistralmente.

En la Basílica se pueden contemplar además los bocetos que Goya realizó para la cúpula, Regina Martyrum (boceto de la mitad principal) y Regina Martyrum (boceto de la mitad secundaria).

La Gloria, o la Adoración del Nombre de Dios, 1772

Es una pintura de Francisco de Goya realizada al fresco que decora la bóveda del Coreto de la Virgen, en la Basílica del Pilar de Zaragoza. Este fresco sería la primera obra importante que Goya realizaría en Zaragoza, al poco de regresar de Italia. El pintor aragonés demostró con ella conocer y dominar la técnica de la pintura al fresco, si bien sus honorarios fueron menores que los de otros artistas a los que se les adjudicó obras artísticas de decoración con pinturas al fresco de las bóvedas de la Basílica del Pilar. Así, Goya recibe 15.000 reales frente a los 25.000 que cobró Antonio González Velázquez.

De la obra se conservan varios bocetos y dibujos preparatorios que muestran mayor atrevimiento que el que adquiere la pintura de la bóveda tal y como se puede contemplar en la actualidad, aunque es necesario tener en cuenta que esta ha sufrido cuatro restauraciones en 1887, 1947, 1967 y 1991. En ellos, Goya planteaba una composición de gran contraste en el colorido y la iluminación, y con un gran dinamismo, en principio mayor que el que se contempla en el resultado definitivo.

En él fundió la escenografía tardobarroca romana con lo rococó;. Sobre distintas masas de nubes dispuso ángeles músicos y cantores, que alaban la Gloria de Dios; se aprecia la magnífica sensación de profundidad espacial conseguida por Goya mediante contrastes de luces y sutiles efectos claroscurales. Los ángeles mancebos de los extremos de la composición recogen la atención del espectador y le conducen hacia el triángulo luminoso del fondo, que representa a Dios en las tres personas de la Trinidad.

 

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