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Responsabilidad emocional: somos dueños/as de nuestras emociones

Tema: Salud

Una de las dificultades que nos encontramos muchas veces es la de saber controlar nuestras emociones, ¿cuántas veces nos hemos visto superados/as por los nervios?, ¿descontrolados/as por la ira? o ¿manejados/as por los temores? Desde pequeños nos educan en lo académico, en lo cognitivo e intelectual. Sin embargo, el aprendizaje social y emocional queda en un segundo plano, siendo estas últimas habilidades necesarias para la vida.

Pero, ¿qué son las emociones?

La palabra emoción, proviene del verbo latino moveré (que significa moverse), más el prefijo “e” que quiere decir movimiento hacia. Por lo tanto, toda emoción implica una tendencia a la acción. Son impulsos innatos que nos llevan a actuar. Todas las emociones tienen tres componentes:

  • Nuestros pensamientos o valoraciones cognitivas (Comp. cognitivo).
  • Nuestros cambios fisiológicos o respuestas emocionales (Comp. fisiológico).
  • Nuestros comportamientos o acciones (Comp. conductual).

¿Cuál es la diferencia entre emoción y sentimiento?

  • Emoción: excitación repentina y a veces brusca, reacción afectiva y normalmente espontánea hacia un estímulo externo. Puede durar segundos o varias horas.
  • Sentimiento: es el componente subjetivo y cognitivo de la emoción. Tiene una intensidad menor que la emoción y dura más en el tiempo.

Las emociones y los sentimientos influyen en nuestros pensamientos, ya que estos se crean basándose en esa información, al mismo tiempo que ciertos pensamientos condicionarán nuestras emociones y sentimientos. Si aprendes a pensar de una forma adecuada, aprenderás a sentir de otra forma.

¿Se pueden cambiar las emociones?

Cuando una emoción se ha desencadenado no se puede eliminar, tenemos que aprender a regularla, es decir, si se ha desencadenado la ira es imposible que desaparezca, pero lo que yo puedo hacer es disminuir su duración. Puedo elegir si quiero estar un día triste o toda mi vida. Es decir, está en mi mano que esa emoción permanezca en el tiempo y se convierta en un estado de ánimo.

Ahora que sabemos que podemos influir en nuestras propias emociones y los beneficios que esto puede conllevar, es necesario que sepamos que cada uno es dueño de sus emociones. Debemos ser responsables de nuestras emociones de la misma forma que no tenemos que sentirnos responsables por los sentimientos de los demás. Esto no quiere decir que no debamos de ser comprensivos o atentos si alguien lo está pasando mal, sobre todo si es por nuestro mal comportamiento, sino que debemos abandonar la idea de que somos nosotros quienes debemos eliminar la tristeza del otro, la ira de mi pareja… De este modo carecen de sentido frases como: “me pones de los nervios”, “me estás estresando”, “esta gente me saca de quicio”, “por tu culpa me siento mal”. Ya que tú eliges sentir eso y tú eres quien decides si quieres seguir sintiéndolo no.

Lo que hagamos con nuestras emociones, el manejo de forma correcta depende de nuestra inteligencia emocional. "La Inteligencia Emocional es la capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlos y compartirlos con los demás."
Daniel Goleman.

Según este autor hay dos tipos de inteligencia emocional:

  • Intrapersonal: tener la capacidad de conocer nuestros sentimientos y emociones, comprenderlos y conducirlos adecuadamente (regulación), influyendo positivamente en nuestra conducta y mejorando así nuestra calidad de vida.
    Requiere de:
  • Automotivación: energía que mueve hacia el logro de nuestros objetivos y metas. Hay dos tipos: Intrínseca (depende de nosotros mismos, de lo interno; leer un libro hace que me sienta feliz y contento/a.) y extrínseca (deseo que impulsa la conducta para conseguir una recompensa externa; estudiar para aprobar un examen).
  • Autoconciencia: conocer nuestras propias emociones, lo que implica reconocer la emoción-sentimiento y ser conscientes de los pensamientos que experimentamos.
  • Autorregulación: ser capaz de manejar nuestras emociones de forma apropiada. Implica tomar conciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento. Encontrar el equilibrio. No se trata de reprimir una emoción ni tampoco dejarnos llevar por ella, se trata de saber controlarla y dirigirla.
  • Interpersonal: entender las emociones de los demás, saberse poner en su lugar y responder de forma adecuada a sus estados de ánimo, perspectivas, pensamientos y deseos.
    Para ello son necesarias dos habilidades personales:
  • Empatía: reconocer y comprender lo que sienten los demás, ponerme en su lugar, dejar a un lado mi mundo y mi forma de ver las cosas y entender que no todo el mundo ve la realidad de la misma forma. Empatizar no implica estar de acuerdo, si no comprender los sentimientos de los demás y al mismo tiempo ser consciente de nuestra experiencia emocional.
  • Habilidades sociales: patrones de relación, hábitos o estilos que nos permiten mejorar nuestras relaciones interpersonales, sentirnos bien, conseguir nuestros objetivos y mejorar nuestra calidad de vida. Dentro de este punto entraría también la competencia social como la capacidad para mantener buenas relaciones con otras personas, que implica el dominio de las habilidades sociales (comunicación efectiva, respeto a los demás, asertividad, actitudes prosociales...).

Y como bien dijo Goleman “si no controlas tus habilidades emocionales, si no tienes consciencia de ti mismo, si no eres capaz de controlar tus emociones estresantes, si no puedes tener empatía y relaciones efectivas, entonces no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos”.

Nos queda mucho por conocer y por aprender, pero… ¡que reto tan interesante si al final lo que conseguimos es ser un poco más felices!, de eso no cabe duda.

Lecturas relacionadas:

  • Inteligencia emocional. Daniel Goleman.
  • Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Stephen R. Covey.
  • Tus zonas erróneas. Wayne Dyer.
  • Inteligencia emocional plena. Mindfulness y la gestión eficaz de las emociones. Natalia Ramos, Héctor Enríquez y Olivia Recondo.
  • Las gafas de la felicidad. Rafael Santandreu.
  • Una mochila para el universo. Elsa Punset.

Aroa Ortega Valdés

Asesoría Psicológica del CIPAJ y de la Universidad

Información actualizada en septiembre 2016

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