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Zaragoza en la Baja Edad Media

La historia de Zaragoza como ciudad cristiana comienza con su conquista por las tropas aragonesas en diciembre de 1118 después de varias tentativas previas: la primera aproximación cristiana a la ciudad se produce en 1081, de la mano de Pedro I de Aragón, y se concreta en la construcción de una posición avanzada en El Castellar; en 1086 es Alfonso VI de Castilla el que fracasa en su intento de conquista; en 1096 Sancho Ramírez y Pedro I construyen una fortaleza en El Castellar, como plaza fuerte desde la que hostigar Saraqusta; finalmente, en 1101, Pedro I construye una nueva fortificación en Juslibol (llamado así por el grito de guerra de los cruzados: Deus o vol, "Dios lo quiere"). La conquista de la ciudad se produce el 18 de diciembre de 1118, después de un asedio de varios meses en el que participó un ejército cruzado procedente de Aragón, Navarra y Francia entre otros lugares al mando de Alfonso I, el Batallador.

En 1134, la muerte sin descendencia del rey aragonés Alfonso I provoca una crisis política y militar en el reino, y ante el retroceso de las fronteras por la presión musulmana, Alfonso VII de León y Castilla ocupa la ciudad de Zaragoza alegando razones defensivas y la mantiene en su poder hasta que en 1136 pasa de nuevo al reino de Aragón. El emblema heráldico de la ciudad, un león rampante, es testigo de este breve dominio castellano sobre Zaragoza.

La progresiva fijación y seguridad de las fronteras y la posición central de Zaragoza en el reino de Aragón hace que la ciudad goce de ciertas preferencias como su consideración de "cabecera del reino" (en 1205) que terminarán por hacer de ella la capital del mismo y sede de la coronación de los reyes aragoneses.

El papel político de Zaragoza se hace cada vez más importante desde principios del siglo XIII e incluso la ciudad va a participar con personalidad propia en diversos acontecimientos como el enfrentamiento entre la ciudad y la nobleza y el monarca, que concluye con la victoria real en la batalla de Épila en 1348. A mediados del siglo XIV, durante las guerras con Castilla, Zaragoza se convierte de nuevo en plaza fuerte y llega a estar amenazada por el ejército castellano, lo que obliga a tomar diversas medidas para la defensa de la ciudad, siendo ésta la última ocasión en que Zaragoza se va a ver militarmente amenazada durante este periodo.

Por lo que se refiere a la administración de la ciudad en esta etapa, Zaragoza desde el momento de su conquista disfruta de un fuero especial dotado de amplios derechos y garantías judiciales, y concretado en 1129 en el Privilegio de los Veinte, que autoriza a elegir 20 ciudadanos encargados de la vigilancia y defensa del fuero de la ciudad. Al hablar de la administración, hay que diferenciar dos ámbitos: el de los señores de la administración real y el de la administración municipal en cuanto representación de la población, dirigida por un concejo integrado por vecinos, que regula el gobierno municipal por medio de ordenanzas. En cada uno de estos dos ámbitos existen cargos administrativos propios con unas funciones muy bien definidas. A efectos administrativos, la ciudad se divide en 15 parroquias o distritos, de los que 13 están dentro del perímetro de la muralla.

El núcleo de la ciudad sigue siendo el que delimita la muralla romana, aunque pronto se van a desarrollar dos grandes barrios extramuros: el de San Pablo o Población Nueva del Rey, en el que en 1210 se instala el mercado del rey, y el de San Miguel. Las grandes preocupaciones urbanísticas del momento son, básicamente, la conservación del puente y las murallas y, el abastecimiento de agua de riego. La ciudad se divide en barrios organizados a partir de parroquias: El Salvador, Santa María, San Pedro, Santiago, San Gil, La Magdalena, San Felipe, San Andrés, San Martín, San Miguel, San Lázaro, Santa Engracia, San Juan del Puente, San Julián, San Lorenzo, San Blas. A partir de mediados del siglo XIV la ciudad es rodeada por un nuevo muro de ladrillo o réjola que engloba también los nuevos barrios y arrabales. Además de este caserío, hay otro barrio en la margen izquierda del Ebro, el barrio de Altabás, comunicado por la ciudad a través del puente.

A partir del siglo XIII el perímetro de la ciudad comienza a quedar definido también por la instalación extramuros de las llamadas órdenes religiosas mendicantes, entre ellos franciscanos y dominicos. Por lo que respecta a la monumentalización de la ciudad, en 1119 la mezquita aljama se convierte en la nueva catedral o Seo del Salvador y sede episcopal de Zaragoza, que será ampliada en varias fases a lo largo de los siglos XII y XIII, y en ese mismo año se amplía la iglesia de Santa María, actual basílica del Pilar. La Aljafería es heredera del alcázar musulmán convertido en palacio y residencia de los reyes en sus estancias en la ciudad y en el siglo XV se ubica en él también la sede del Tribunal de la Inquisición en la ciudad.

Por lo que se refiere a la población, hay que señalar que después de la conquista de Saraqusta los cristianos carecen de recursos humanos para repoblar el territorio, por lo que además de permitir a la población musulmana permanecer en la ciudad se toman medidas, como el fuero de la ciudad, para atraer población, tanto cristianos del norte como mozárabes de levante y del sur. Por lo que se refiere a la población no cristiana, los musulmanes, aunque pueden circular libremente por la ciudad, se instalan en un sector del antiguo arrabal de Sinhaya que pasa a denominarse Morería, en el entorno de la actual C/ Azoque, rodeado por un muro de adobe en el que cuentan con edificios como mezquitas o mercados, y los judíos siguen ocupando el mismo sector de la ciudad, aunque a finales del siglo XIII se expanden al otro lado de la muralla, en un barrio denominado Judería Nueva. Los asaltos y persecuciones de finales del siglo XIV y sobre todo la instalación de la Inquisición en Aragón van a provocar numerosas conversiones de judios antes de su expulsión de territorio español en 1492. A principios del siglo XV el total de población de la ciudad se estima en unos 20000 habitantes. Al hablar de la población hay que citar también la importante labor desarrollada por la ciudad en la prestación de servicios sanitarios y asistenciales, plasmados en la construcción de hospitales, como el de Nuestra Señora de Gracia, y diversas instituciones de beneficiencia como leproserías y orfanatos.

La economía de la ciudad, en la etapa posterior a su conquista, sigue basada en una importante actividad agrícola y ganadera complementada con diversos tipos de industria artesana entre la que destaca la textil, junto a otras como la metalúrgica o la alfarera. La actividad comercial de Zaragoza sigue siendo también muy destacada, como demuestra la repetida celebración de ferias y mercados en la ciudad, y pronto los monarcas van a cargar sobre ella diversos impuestos y aranceles. A partir del siglo XIV el progresivo desarrollo económico de la ciudad se manifiesta también en la aparición de numerosos gremios o cofradías de oficios, y en la instalación en ella de la ceca para la acuñación de moneda tanto de cobre como de oro.

Un último punto sería el relativo al desarrollo cultural durante este periodo. La fractura que supone la conquista cristiana de la ciudad rompe la tradición cultural de la misma en época visigoda y musulmana, y tan sólo podemos hablar de algunos ejemplos de arquitectura, hoy casi todos perdidos. Sin embargo, a partir del siglo XIII vemos un nuevo dinamismo cultural en la ciudad marcado por las continuas solicitudes de instalación en ella de un Estudio General o Universidad, coincidentes con un gran desarrollo de la industria del libro sobre todo desde la introducción de la imprenta en la ciudad a finales del siglo XV. A este periodo corresponde también un cierto esplendor en materias como la pintura, sobre todo de retablos, y la arquitectura cuyo mayor exponente son las reformas desarrolladas en el palacio de la Aljafería.