21 septiembre 2015

Zaragoza acepta las "disculpas" y disfruta con Joan Manuel Serrat


Daniel Monserrat (El Periódico de Aragón)

Una frase le bastó para meterse al público en el bolsillo. "Disculpen el retraso". Así se presentó Joan Manuel Serrat a las cerca de 3.500 personas que acudieron el sábado al pabellón Príncipe Felipe, cuatro meses después del concierto que tuvo que suspender por una disfonía. El catalán había arrancado su esperada actuación con El carrusel del furo, arropado, como todo el concierto, con una banda de cinco músicos, que ayudó a revestir de una manera elegante sus canciones.

"No ha podido ser de otra manera --prosiguió Serrat-- pero quiero agradecerles que hayan decidido invertir una noche de su vida con nosotros y con nuestra música. Bienvenidos a su casa", dijo antes de comenzar una celebrada De cartón piedra.

Sobre un escenario sobrio, que se asemejaba a un club nocturno con el que disfrutar tranquilamente de una buena sesión de música, y con un ambiente relajado, Joan Manuel Serrat fue desgranando su repertorio ante un público que aplaudió con ganas cada una de sus canciones. Tras De Cartón piedra, el artista realizó una pequeña pausa para beber agua y volver a interactuar con sus seguidores: "Es probable que sepan que es un año de grandes efemérides", señaló Serrat que empezó a recordar aniversarios de películas como El nacimiento de una nación, de D.W. Griffith; de personas como Frank Sinatra e Ingrid Bergman, de La Habana ("un invento extraordinario de la humanidad") y hasta de la esposa de Ramiro I, "la primera reina de Aragón" antes de disculparse: "Ya sé que quizá le importe tan poco, con todos mis respetos, como a mí, pero no encontré nada mejor en la Wikipedia que cumpliera mil años", bromeó, con la complicidad del público, antes de hablar de sí mismo: "Este año también se cumplen 50 años de mi primera aparición sobre los escenarios que no es mucho para los escenarios pero para mí, sí. Tengo que darle las gracias a mucha gente y, desde luego, a ustedes por permitirme dedicarme a este oficio con el que puedo expresarme y ganarme la vida; y, nuevamente por la paciencia que han tenido para esperarme estos meses".

Mi niñez sonó a continuación, y Serrat la encadenó con Hoy por ti, mañana por mí. El silencio respetuoso del público indicaba lo mucho que estaba encadilando el cantautor, que fiel a su estilo visitó rigurosamente de negro. De hecho, según confesaron los promotores, casi nadie devolvió la entrada que había sacado para el concierto de mayo. El repertorio siguió avanzado, los clásicos (no podían faltar) llegaron quizá más tarde que pronto para los seguidores, y Joan Manuel Serrat no escatimó en casi nada para acabar ofreciendo un recital de algo más de dos horas que hizo las delicias de sus fans zaragozanos. La espera, al menos para la mayoría, mereció la pena. Medio siglo sobre los escenarios lo avalan.