Muchacho sentado mirando a la Torre Nueva
Memoria, Leyendas y Tradiciones Arquitectura- Autor/es
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GIMENO LLOP, Santiago
(Escultor)
Nacido en Nonaspe (Zaragoza) el 4-8-1952, se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, centro en el que imparte, desde 1989, clases de talla tanto en piedra como en madera. Becado por la Diputación Provincial en 1988, toma parte en las ediciones I y IV de los Talleres de Escultura de Calatorao. La Diputación de Zaragoza le distingue, en 1992, con el premio Santa Isabel de Aragón, reina de Portugal. Ese año realiza su primera exposición individual, en la Escuela de Arte de Zaragoza, seguida dos años después de una itinerante por Aragón, Castilla, Navarra y La Rioja. En 1995 en el Torreón Fortea de Zaragoza el Ayuntamiento le organiza una importante exposición titulada "Huellas". En 1998 expone en el Museo Pablo Serrano y en 2003 monta en los monasterios de Rueda y de Veruela la exposición circulante "In Itinere". Tres años más tarde y con motivo de las obras de la Exposición del Agua 2008 presenta "Garden Steel" al concurso para realizar 5 esculturas para Valdespartera.
- Emplazamiento
- Plaza de San Felipe
- Periodo
- [1976-2000] Último cuarto del siglo XX
- Materiales
- bronce
- Dimensiones
- 87,50 x 0,46 x 0,68 m.
- Cronología
- 1991
- Promotor
- Ayuntamiento de Zaragoza
- Propietario
- Ayuntamiento de Zaragoza
- Inscripciones
- Hay una inscripción en el pavimento de la plaza con muchas letras levantadas
Con la rehabilitación de este escenario urbano cargado de historia y hoy de cultura, se nos ofrece un diálogo entre la contemporaneidad y el pasado. Diálogo silencioso, diálogo emotivo por la voluntad de recuperar un desaparecido hito urbano, la Torre Nueva. Como el campanile pisano, su inclinación llegó a superar los 2 metros respecto a su eje original pero, en lugar de asegurar su cimentación, se prefirió derribarla. Sin embargo, de sus escombros su presencia reemergió en 1989 cual ave fénix gracias a un memorial esculto-arquitectónico en el mismo lugar donde se alzaba la torre mudéjar, y aunque la reconstrucción que se hizo del arranque de la torre fue derribada por orden de la DGA, la escultura del muchacho pervive como un potente icono de la perplejidad e incomprensión ante la desaparición de la torre. El muchacho mantiene un diálogo visual hacia la altura máxima que tenía la torre, un diálogo con algo intangible, con esa arquitectura desaparecida, dentro del espacio pero fuera del tiempo, conviviendo con los transeúntes, formando parte de su entorno histórico, convidando a sentarse y a observar y así dejar aflorar el pasado en el presente, la memoria viva en la cotidianeidad.
Con su intervención, Santiago Gimeno nos lega una figura a tamaño natural en el espacio público, una escultura tan figurativa como hiperrealista, en la que se hace fehaciente su bien hacer escultórico, su conocimiento de la técnica, del oficio en todas sus vertientes y, en especial, con aquel relativo a su acabado: la fundición. Se podría trazar un paralelismo con las representaciones de Pessoa en Lisboa, de Torrente Ballester en Salamanca, o de la niña de la Constitución en Girona. Se trata siempre de esculturas hiperrealistas y, sobre todo, postmodern, colocadas en el espacio público sobretodo a partir de la década de 1990: representan figuras a tamaño natural realizadas en bronce dentro de una técnica tan perfecta como preciosista que demuestra el valor en alza por la figuración en el espacio público desde el momento que estas piezas conviven con los ciudadanos como un personaje más. Pero todas ellas tienen en común un importante dato: aparte de su indiscutible valor artístico, no actúan como elementos ornamentales ya que son obras encargadas como monumentos de homenaje que deben mantener vivo el mensaje que aparejan para la memoria colectiva de la posteridad.
De naturalismo forzado debido a su trompe l'oeil, Gimeno logra que su muchacho devenga una estatua en la línea académica, tan cercana a las realizaciones de López o Quintanilla. Como en el monumento a Lluís Companys en Barcelona, de Francisco López Hernández, se crea aquí una nueva vía de interpretación al servirse de la figura del muchacho como interlocutor, convirtiéndose así en la figura alegórica que transmite con fuerza y permanentemente el mensaje gracias a su lograda figuración hiperrealista.
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- Autor de la Ficha
- Carme GRANDAS SAGARRA
- Bibliografía
- -SALANOVA ALCALDE, Ramón: "Patrimonio cultural, ciudad y relaciones interadministrativas: los casos del Memorial de la Torre Nueva, del Torreón Fortea y de la Torre del Trovador", Revista aragonesa de administración pública, nº 20 (2002), pp. 513-540.